VASCOS, INGLESES Y BACALAOS. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
La Europa cristiana, con sus prescripciones de Cuaresma, fue una gran consumidora del pan del mar, del pescado. Las artes de la pesca y de la navegación hicieron la fortuna de numerosos lugares de la costa europea, como fue el caso de las gentes del golfo de Vizcaya.
Al igual que otros navegantes, los vascos se aventuraron por aguas atlánticas en pos de las ballenas, mamíferos muy cotizados por los europeos. Llegaron al área de Islandia y hacia mediados del siglo XV alcanzaron las costas del Labrador, donde dieron con los importantes bancos de bacalao. Abundantes en la plataforma continental de Europa y Norteamérica, los bacalaos se desplazaron por aquel tiempo hacia aguas más meridionales ante el aumento de la capa helada alrededor de Groenlandia.
En el puerto pesquero y comercial de Bristol, en contacto con la Europa germánica, se tuvo conocimiento de tales navegaciones. Desde su puerto, precisamente, saldría Juan Caboto en 1497 con la esperanza de encontrar un paso septentrional hacia Asia. Sin embargo, los ingleses acostumbraban a partir desde Bristol con otras intenciones. Dirigían sus proas a Portugal, donde cargaban sal para sus pesquerías en Terranova. Desde aquí volvían a dirigirse a tierras portuguesas para intercambiar bacalao por vino, aceite y más sal. En el siglo XVI tomaron buena nota de lo hecho por los marineros vascos.
Para saber más.
Brian Fagan, La Pequeña Edad de Hielo. Cómo el clima afectó a la Historia de Europa (1300-1850), Barcelona, 2008.