UN PRESIDIO EN LA FRONTERA ESPAÑOLA DE TEXAS. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

20.10.2024 10:11

               

 

                El dominio de la provincia de Texas resultó difícil para los españoles, atentos a la expansión de los franceses por el interior de la América del Norte desde comienzos del siglo XVIII. Emplearon un sistema distinto al de los primeros conquistadores, el estatal de las misiones y los presidios o puntos militares fortificados, atento a ganar la conciencia y la obediencia de los pueblos amerindios, así como a imponer una autoridad militar capaz de impulsar la colonización.

 

                En los tiempos de la guerra de los Siete Años (1756-63), los españoles se enfrentaron a los expansivos comanches, que por entonces también castigaban con sus incursiones en busca de prisioneros y de botín a los pueblos apaches. La misión de San Javier pagó los platos rotos al ser atacada por apaches. Los combates de los gentiles inquietaron a las autoridades del virreinato de Nueva España, que pusieron en estado de alerta a Nueva Vizcaya y Nueva León.

 

                Los problemas de la misión de San Javier y el asalto comanche del presidio de San Luis de las Amarillas, al mando del coronel Diego Ortiz, se enfrentaron proyectándose nuevas misiones y presidios, al modo habitual de la administración española En 1756 el colegio apostólico de la Santa Cruz de Querétaro pretendió fundar nuevas misiones en Texas.

 

                Se quiso establecer un nuevo presidio en el río de San Javier, cercano a la arrasada misión, donde se padeció la falta de caudal de agua suficiente, de tierras de cultivo y de materiales de construcción. Por ello, terminó fundándose otro en San Sabá, donde se había emplazado el de San Luis de las Amarillas, que no tardó en ser hostigado. También se enfrentó a una acuciante carencia de fondos, requiriéndose en octubre de 1763 unos seis mil pesos más para proseguir sus obras. En 1767 se habían consumido veintiséis mil en una fortificación deficiente.

 

Si desde San Antonio de Béjar se instó en 1763 a que se trasladara a Los Pedernales, en 1767 expertos ingenieros apuntaron que su ubicación entre dos barrancos, a Norte y Sur, favorecía las incursiones enemigas contra sus murallas. Su escasa guarnición (no más de trescientos soldados) carecía de la caballería suficiente para batirlas, contraatacando en partidas en guerrilla en un país inmenso. En estas circunstancias, la aventura española duró hasta finales de la década de 1770, cuando las autoridades del virreinato de Nueva España apostaron por otros puntos fuertes.

 

               Fuentes.

                ARCHIVO GENERAL DE INDIAS.

                México, 1933ª.