UN CAZADOR DE LOBOS BAJOMEDIEVAL. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
En la Baja Edad Media, como en otros tiempos, la coexistencia entre las comunidades humanas y las de lobos, depredadores de ganado ovino y caprino, fue problemática. En la tradición popular europea, el lobo se convirtió en una verdadera representación del mal, y algunos bosques en los que encontraba acomodo se consagraron a San Antonio Abad para aquietar su furia.
Cuando los ataques de los lobos arreciaban, las comunidades concertaban los servicios de verdaderos especialistas en darles caza, una tarea nada sencilla. Uno de aquéllos fue el montero aragonés Domingo Andrés.
Era vecino de Torrecilla (la actual Torrecilla del Rebollar), que en el siglo XV era una aldea de la comunidad aldeana de la ciudad de Daroca. Con sus autoridades, firmó un contrato por el que se comprometía a dar caza a los lobos y otros animales dañosos, sin incurrir en fraude.
Su actuación fue tan eficaz como bien retribuida. El 16 de septiembre de 1433, recibió cincuenta sueldos jaqueses; el 26 de octubre del mismo año, ciento treinta; y el 9 de septiembre de 1435, otros cincuenta.
Las sumas no eran insignificantes, y salieron de la paga de la pecha de la misma Torrecilla, angustiada por los ataques de los indómitos lobos.
Fuentes.
ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL.
Diversos, Comunidades, 61 (84), 65 (127) y 78 (39).