UN ACTIVISTA IRLANDÉS EN LA GUERRA DE ESPAÑA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

17.03.2025 11:46

              

               La Irlanda del siglo XX vivió momentos históricos de gran relevancia, contando con figuras de enorme interés. Una de ellas, relativamente poco conocida fuera de determinados círculos, es la del activista Frank Ryan.

               En su juventud, formó parte del Ejército Republicano Irlandés. Contrario al tratado de partición, que mantenía el Ulster dentro del Reino Unido, sintió atracción por las ideas socialistas, no bien consideradas por una parte de la población de la nueva Irlanda.

               Participó, fruto de tales convicciones, en la fundación en 1934 de un grupo político y de opinión pública, el Congreso Republicano, también opuesto a la partición de la isla y a toda influencia de la corona británica.

               Dentro del Congreso se manifestaron dos grandes tendencias. Los mayores admiradores de la Unión Soviética pretendieron convertirlo en un auténtico partido político, con todas las normas usuales, para forjar en tierra irlandesa una república obrera. Otros, como el mismo Ryan, se inclinaron por establecer una política de alianzas con otras fuerzas de izquierdas, contrarias al conservadurismo y al poder de la Iglesia católica, al modo de los frentes populares de Francia o España, igualmente auspiciados por la III Internacional con el beneplácito de Stalin.

               Entre el 17 y el 19 de julio de 1936 se hizo bien clara la tragedia de España, donde el golpe de Estado de parte de las fuerzas armadas había conducido a una guerra civil. En los primeros meses del conflicto se manifestaron las divisiones en el seno del bando republicano, entre los seguidores de la política revolucionaria y los partidarios de aplazarla. En los países democráticos también se hicieron visibles las discrepancias de opinión, convirtiéndose la guerra de España en un debate público. En Irlanda, muchos contemplaron con antipatía los ataques contra la Iglesia católica y sus representantes a manos de los revolucionarios, participando grupos de irlandeses en las fuerzas de Franco. Otros, como el propio Ryan, se inclinaron por la causa de la República española.

               Se incorporó a la Columna Connolly, que formó parte de las fuerzas de las Brigadas Internacionales, formadas por voluntarias de múltiples procedencias. Los irlandeses, junto a algunos británicos, se unieron a la Brigada Lincoln-Washington de los estadounidenses, pero también a la XV Brigada Internacional.

               Ryan se incorporó al estado mayor de la XV Brigada, desempeñando las tareas de información y propaganda, dadas sus dotes periodísticas. También tomó parte en los combates militares. El 12 de febrero de 1937 cayó herido en la batalla del Jarama, donde tomó el mando del batallón británico. Sin embargo, la suerte no le sonrió cuando en marzo de 1938 las fuerzas italianas que combatían a favor de Franco lo apresaron en Calaceite.

               Ryan fue conducido a Burgos, donde se le juzgó severamente en un consejo de guerra. A pesar de los intentos de sus oponentes, mantuvo su integridad y se mantuvo firme en la defensa de sus convicciones. Se le condenó a muerte, pero en enero de 1940 se le conmutó tal pena por la de trabajos forzados.

               El 1 de septiembre de 1939 había estallado finalmente la segunda guerra mundial, cuando las fuerzas alemanas invadieron Polonia con el conocimiento de Stalin. Francia caería en junio de 1940 ante el III Reich, alcanzando sus tropas la frontera de España. Dentro del régimen franquista se consideró por entonces la idea de sumarse al conflicto, con la intención de conseguir territorios e influencia en el Nuevo Orden en ciernes.

               Los oficios del ministro irlandés en España Leopold Kerney hicieron posible la entrega de Ryan a la inteligencia militar alemana, la temida Abwehr, el 15 de junio de 1940. Tal operación se disimuló como una fuga del mismo Ryan.

               A pesar de sus ideas, los nazis consideraron utilizarlo como un peón, al igual que a otros republicanos irlandeses, contra la resistente Gran Bretaña. No tenemos noticia firme de ninguna colaboración de Ryan con los nazis. Deseó abandonar Alemania y retornar a su Irlanda natal, aunque murió de neumonía en 1944. Su desdichado final y su azarosa vida simbolizan la trayectoria de muchos activistas políticos del complejo siglo XX.

               Fuentes.

               THE NATIONAL ARCHIVES OF IRELAND.

               Departamento de Asuntos Exteriores. DFA 10/1/29-35.