TEODORICO PRETENDE REFORMAR HISPANIA.
La derrota de los visigodos a manos de los francos en la batalla de Vouillé (507) determinó la intervención de Teodorico el Grande a favor de su nieto Amalarico, en quien recaía la posible sucesión del derrotado reino visigodo. Dominaba Italia, y repelió a los burgundios. Sin embargo, evitó el enfrentamiento con los francos.
Su intervención en Hispania fue muy importante, y entre el 523 y el 526 acometió una importante tarea de enderezamiento de su administración y sus finanzas. Teodorico hizo gala de la filosofía política de un gobernante del final de la Edad Antigua, del Bajo Imperio romano, interesado por el gobierno ordenado de las provincias hispanas. La vida humana se sometía al Derecho, y no al azar como las bestias. En tal tesitura, el monarca se consideraba un buen campesino y un médico atento capaz de atajar el mal, cuyo objetivo era el logro de la paz.
Entre las quejas de los provinciales destacaban las ejecuciones por presunción o procesos de escasa consideración, y las exacciones de los recaudadores sin la orientación de catastros. Teodorico confió enderezar la situación hispana a dos personas de confianza, Ampelio y Liuvirit. Deberían de acometer distintas tareas.
Las causas criminales deberían investigarse debidamente, evitando que la justicia se convirtiera en un arma en manos de recaudadores. El montante de los impuestos se ajustaría a lo requerido en tiempos de Alarico II y Eurico, los grandes monarcas del reino visigodo de Tolosa.
Parte de lo recaudado se destinaba al mantenimiento de las fuerzas godas establecidas en ciudades, por lo que se suprimieron servicios suplementarios. A los provinciales tampoco se les debía de exigir cabalgaduras suplementarias.
También se intentó restablecer el patrimonio imperial, el asociado al monarca. Los capataces de sus predios debían conducirse con honradez, y sus arrendadores liquidar lo debido. Tanto en este caso como en el de particulares, la renta se ajustaría a la calidad de los terrazgos.
Los instrumentos reguladores de la economía también merecieron reforma. Los pesos se ajustarían a los de la cámara regia. Se perseguirían los abusos de los acuñadores de moneda. Las tasas aduaneras se regularían, y se atajaría el fraude de los comerciantes ultramarinos.
Se acarició el ideal de retornar lo injustamente apropiado, algo que por desgracia distó de cumplirse, como muchos de los propósitos de Teodorico de restablecer el orden imperial en Hispania.
Fuentes.
CASSIODORO, Variae, 5, 39. Citado en Textos y documentos de Historia Antigua, Media y Moderna hasta el siglo XVII seleccionados por distintos autores. Tomo XI de la Historia de España dirigida por Manuel Tuñón de Lara, Barcelona, 1993, pp. 170-172.
Víctor Manuel Galán Tendero.
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