SOLDADOS ESPAÑOLES EN LA CONQUISTA DE BUDA.
Los españoles no solo se enfrentaron a las fuerzas del imperio otomano en el vasto frente mediterráneo, sino también en los de la Europa danubiana desde el reinado de Carlos I. Bajo el de su débil sucesor Carlos II, las fuerzas turcas manifestaron nuevos ímpetus, con la asistencia del rey de Francia Luis XIV, pero los Habsburgo de Viena fueron capaces de oponer resistencia y pasar a la ofensiva con la ayuda de fuerzas de otros gobernantes cristianos. Los españoles aventureros o soldados de fortuna a su servicio se destacaron como combatientes, desmintiendo la imagen de decadencia del oficio militar en la España de la época. Algunos que hicieron armas en los campos de batalla orientales años más tarde las harían por el archiduque Carlos en los de la península Ibérica.
Tras el fracaso del segundo asedio de Viena, los otomanos tuvieron que encajar un contrataque de la Liga Santa, formada con la ayuda pontificia por el emperador, el rey de Polonia y Venecia. El objetivo fue Buda, cuyo asedio comenzó el 18 de junio de 1686. En los ataques contra la ciudad, merecieron los elogios de varios aristócratas, que los destacaron por encima de los aventureros de otras nacionalidades. El 9 de julio unos ciento cincuenta de todos ellos tuvieron la ingrata misión de cubrir a los minadores que se acercaban a las murallas enemigas. Solo en un cuarto de hora, cuarenta cayeron abatidos. Sin embargo, solo deploraron una baja los cincuenta españoles participantes. El duque de Escalona ayudó a que salieran del foso y a que se retiraran gloriosamente.
El 13 del mismo mes los aventureros de todas las naciones se lanzaron contra la estacada alzada por los turcos en la brecha principal. Ciento cincuenta fueron abatidos. Los españoles solo lamentaron tres heridos en el asalto, pero tuvieron que retirarse. Entonces, los turcos lanzaron una partida para cogerlos por medio. Mientras Escalona y Zúñiga fueron heridos, el duque de Béjar cayó de un mosquetazo.
Los atacantes no desistieron, a despecho de la resistencia otomana, y el 16 lanzaron con mejor orden un nuevo asalto contra Buda. Alcanzaron la brecha, la fortificaron en su beneficio y practicaron dos grandes minas para iniciar el ataque general a la plaza. Sin embargo, el 14 de agosto todavía se aguardaba la rendición de Buda, que llegó el 9 de septiembre.
Su saqueo enriqueció a los soldados de joyas, alhajas y dinero. De sus 18.000 habitantes, 3.000 pasaron por los rigores del cuchillo. Se escondieron mil entre los vencedores. El emperador tuvo 2.800 esclavos de su quinta parte del botín. La comunidad judía sufrió la brutalidad de los conquistadores. El visir otomano dejó parte de su artillería ante el temor de ser copado. Mientras, el rey de Polonia al frente de una numerosa fuerza de caballería había conseguido importantes ventajas en Moldavia y Valaquia.
La toma de la plaza memorable y metrópolis de Hungría fue celebrada en la corte española, con una alegre salida del enfermizo Carlos II. Entre muchas desdichas, fue un pequeño remanso de paz.
Fuentes.
ARCHIVO HISTÓRICO DE LA NOBLEZA. Ducado del Infantado, Osuna, CT. 98 (26 y 27) y CT. 101 (6).
Víctor Manuel Galán Tendero.