SEFARAD ANTE JULIO VALDEÓN Y LUIS SUÁREZ.
JULIO VALDEÓN, Cristianos, judíos y musulmanes, Barcelona, 2007, Crítica.
LUIS SUÁREZ, La expulsión de los judíos. Un problema europeo, Barcelona, 2012, Ariel.
Uno de los placeres del préstamo bibliotecario de libros es el de poder leer paralelamente dos obras sobre el mismo tema desde diferente perspectiva. Con independencia de los lugares comunes de la investigación o de la divulgación al uso, cada autor se muestra tal como es con mayor nitidez ante los lectores, que pueden hacerse una idea más ajustada del tema y sobre el estado de la cuestión. Ya se sabe que leer no es una actividad contemplativa en la que una criatura comprueba que la P con la A se pronuncia PA (al menos en nuestro idioma).
Un tema cautivador es el de Sefarad o el de la Hispania judía, sobre el que se ha escrito tanto, a veces con más pasión que raciocinio. En unos tiempos en los que la actuación del Estado de Israel tensa la cuerda de la situación del Oriente Próximo y en los que se pueden dar opiniones extemporáneas por tirios y troyanos, bueno y recomendable es que acudamos a la lectura de dos grandes de nuestra historiografía, don Julio Valdeón y don Luis Suárez, ambos eximios medievalistas y grandes escritores en su género.
Cristianos, judíos y musulmanes es una obra de iniciación y de lectura amable, muy digna del buen profesor que fue don Julio Valdeón. Era un grandísimo conocedor de la guerra civil de Castilla de mediados del siglo XIV, que constituye el punto fuerte de este libro. Noticias como la de la actitud proaragonesa de los judíos de Molina de Aragón contrarios a Enrique II de Trastámara son siempre de agradecer para todos los aficionados. Sin embargo, la Historia precedente a la revolución trastamarista ya se nos muestra más discutible pese a su agilidad. Realiza una singladura no exenta de tópicos de la historia sefardí entre los siglos IV y XIV en la que su intento de ser original (singularizar a los judíos y a los musulmanes sin hacer lo propio con los cristianos) empequeñece mucho el alcance real de una obra cuyo título prometía demasiado. Curiosamente nunca se plantea este seguidor del ubi sunt? las relaciones entre musulmanes y judíos bajo el dominio cristiano, un tema con ilustres tratadistas aragoneses y valencianos. Su diálogo con Menéndez Pelayo, Claudio Sánchez Albornoz o Américo Castro pierde fuste con estas bases, y se reduce a mero resumen de cuestiones historiográficas apto para estudiantes universitarios poco familiarizados con la bibliografía o las bibliotecas.
La expulsión de los judíos de Luis Suárez puede ser calificada sin exageración de magnífica. Su conocimiento de las fuentes y de la bibliografía especializada se desgrana con riqueza a lo largo de unas páginas que nunca pierden intensidad. Nunca cae en el batiburrillo del mar de datos, sino que guía al lector con gran claridad a lo largo de un dilema plurisecular entre el agustinismo que reconocía la veracidad hebraica de las Sagradas Escrituras y el antijudaísmo de raigambre visigoda. La trayectoria nunca es lineal, y el maestro Suárez apunta con sencillez las posibilidades de darle una solución, como la de Alfonso XI. La expulsión de los judíos no fue inevitable, y con acierto se recuerda la política de transigencia inicial de los mismos Reyes Católicos.
Transigencia no equivale a tolerancia, y el documentado libro nunca hace concesiones a la retórica de la España de las tres culturas, pues en lugar de idealizar se consagra a poner a las personas y a las cosas en su época, en su sitio, un lugar muy distinto del presente. Es un acierto referirse a la situación política en la que se desarrollaron las polémicas intelectuales coetáneas entre judíos y cristianos (muy bien explicadas por otra parte), además de tener en cuenta lo sucedido en otros reinos de la Cristiandad, como Inglaterra, Francia o el Sacro Imperio Romano Germánico. La singularidad sefardí, calificada de oasis en una ocasión, cobra relieve.
Suárez plantea un problema muy importante en una obra que ofrece al final más de lo que promete, el de los creadores del Estado Moderno. Las comunidades judías ayudaron a fortalecer las grandes monarquías de la Cristiandad en materia tributaria, amparándose circunstancialmente bajo su protección. Cuando otros cumplieron su función (como los financieros italianos en la Inglaterra plenomedieval) fueron sacrificadas en aras de la popularidad religiosa de una autoridad de lógica implacable.
Los grandes libros de historia siempre proporcionan materia de reflexión al ciudadano, y en este caso con ganas de leer más sobre aquella inestable y resistente Sefarad, cuya diáspora bien puede compararse con la de los judíos tras la caída de Jerusalén a manos romanas. No pierdan ocasión de conocer mejor la Historia de aquellos españoles de antaño que aún conservan las llaves de sus antiguos domicilios y que hablan el castellano de tiempos de la Celestina. Los libros los ayudarán con su generosidad habitual.
Víctor Manuel Galán Tendero.