SASSARI SE RESISTE AL REY DE ARAGÓN. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
La sumisión de Cerdeña distó de ser fácil para los reyes de Aragón. Se trataba de una isla tan estratégica como codiciada por muchos, dividida entre varios poderes, entre los que destacó el de los jueces de Arborea.
A finales del siglo XIII, la ciudad de Sassari formó parte de la órbita de Génova, a la que solicitaban el nombramiento de su gobernador y capitán. Cuando el infante Alfonso de Aragón sometió temporalmente la isla, los genoveses alentaron su rebelión y unieron fuerzas con los pisanos, los rivales de la víspera.
La insurrección fue vencida, y Alfonso IV decidió repoblarla con catalanes y aragoneses. Sin embargo, el espíritu independiente de Sassari no desapareció. Décadas más tarde, el vizconde de Narbona desafiaría el poder aragonés en Cerdeña, y en 1410 puso su capital en Sassari.
El de Narbona terminaría rindiéndose en 1420, pero la sumisión de Sassari no resultó sencilla. Cuando sus gentes conocieron los tratos entre los franceses del vizconde y los aragoneses, reaccionaron con cólera. Alfonso V había ofrecido al vizconde unos 100.000 florines de oro a cambio de sus dominios sardos.
Obligaron a los franceses a refugiarse en el castillo de la localidad, clamando que habían sido vendidos como perros. Dijeron preferir comerse a sus hijos que ser de los catalanes.
Con tales bríos, se congregaron en la iglesia de Santa Catalina para jurar como señor al hermano del vizconde de Narbona, con la expresa condición de romper los acuerdos con Alfonso V de Aragón.
Temieron que aragoneses y franceses terminaran concertándose contra ellos, y adoptaron varias cautelas. Rompieron el puente del castillo y ahondaron los fosos. Recabaron combatientes y armas en Bonifacio, Marsella y Génova. Contaron, además, con un ingenio para evitar su caída en manos enemigas, que supusieron que iría seguida del saqueo.
Sassari al final cedió, pero su espíritu indómito quedó bien patente.
Fuentes.
ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN.
Cartas Reales, Alfonso IV, 212.