RUSIA DERROTADA POR JAPÓN EN PORT ARTHUR. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
En 1904 midieron sus fuerzas en Extremo Oriente los imperios ruso y japonés. En la corte de los zares no pocos creyeron que una guerra corta y victoriosa contra un adversario que se reputaba débil ayudaría al régimen a detener las cada vez más frecuentes y poderosas críticas. El absolutismo ruso se equivocó, y encajó una temible derrota a manos del remozado absolutismo nipón, que había fortalecido la tradición imperial con los métodos militares e industriales de Occidente.
Manchuria, puerta del codiciado y tambaleante imperio chino, fue la manzana de la discordia. El 8 de febrero de 1904 los japoneses abatieron a la flota rusa en el Pacífico, y centraron su siguiente objetivo en Port Arthur, el puerto de aguas profundas del extremo de la península de Liaotung clave en el despliegue imperial ruso en el área.
Los japoneses no se lanzaron a un desembarco suicida contra Port Arthur, capaz de triturarlos, y prefirieron desembarcar a 40 kilómetros al Norte el primero de junio, encomendando el III Ejército de 90.000 soldados al corajudo general Maresuke Nogi.
Enfrente tuvo al general ruso Stoessel, que con 30.000 hombres fue capaz de detenerlo mientras los ingenieros y los zapadores reforzaban las defensas de Port Arthur con trincheras, parapetos y baterías de artillería. Una vez que las obras estuvieron a punto, se replegó el 30 de julio con tranquilidad a sus nuevas posiciones defensivas.
Ni cortos ni perezosos los japoneses se lanzaron con furia contra aquéllas, pero entre el 19 de agosto y el 26 de noviembre los reflectores rusos guiaron los tiros de la moderna artillería que los fue diezmando con contundencia. El Alto Estado Mayor nipón temía que la armada rusa del Báltico pudiera alcanzar Port Arthur, complicando sobremanera la situación para el imperio del Sol Naciente.
El general Nogi centró sus esfuerzos en la toma de la posición de la Cota 203, cuya altura permitiría bombardear a los rusos de Port Arthur. Los zapadores nipones cavaron trincheras de aproximación por la vertiente más escarpada, y los infantes la asaltaron del 27 de noviembre al 6 de diciembre. Lanzaron parafina mientras la artillería abría fuego contra los rusos de la Cota. Con prudencia los japoneses emprendieron ataques de diversión por otros puntos.
Semejantes esfuerzos condujeron al agotamiento de los atacantes, que habían sufrido enormes bajas. Se anunciaban los horrores de las trincheras de la I Guerra Mundial. Nogi estuvo a punto de practicarse el hara-kiri.
En aquel trance llegaron los refuerzos japoneses, que sin demora se lanzaron contra la Cota 203. En la acometida que llevó a su toma cayeron hasta 8.000 soldados.
Port Arthur podía ser bombardeado desde allí, y el 2 de enero de 1905 Stoessel capituló por razones humanitarias. Entonces los nipones respetaron los términos de la rendición. Al general ruso lo condenaron a muerte en un Consejo de Guerra, siéndole posteriormente conmutada la sentencia. Su caída en desgracia no logró evitar la responsabilidad del zarismo en la derrota, contemplada por muchos como el nuevo amanecer de los pueblos asiáticos, vanguardia de las futuras descolonizaciones.