REMBRANDT, UN PINTOR EXCEPCIONAL. Por Talía Lizandra Sierra.
Este pintor holandés (1606-1669), que vino al mundo en una familia de molineros, fue formado con esmero e ingresó en la Universidad de Leiden. Sólo cursó un año al preferir dedicarse a la pintura. Su maestro de Amsterdam le influyó más que el de Leiden al transmitirle las novedades italianas.
Ya formado, abrió un taller en Leiden en 1625 junto a Jan Lievens, gozando pronto de una gran clientela. En Leiden su arte evolucionó desde los brillantes colores y la grandilocuencia gestual hacia la afirmación del claroscuro. Tras la muerte de su padre se trasladó a Amsterdam en 1630. Se asoció con el marchante Hendriek van Vylenburgh, casándose con su hija Saskia.
Comenzó una época mundana y de prosperidad económica para él, truncada en 1642 con la muerte de su mujer. La prosperidad y la adversidad personal se reflejan en su obra, especialmente en los autorretratos, un género que cultivó a lo largo de su trayectoria artística. Frente a la alegría y brillantez no exenta de frivolidad de los primeros destaca el temperamente serenamente sombrío de los últimos.
Sus magistrales retratos de grupo, alejados de convencionalismos, son muy celebrados con razón. Su composición maestra, aguda caracterización de las personas, los detallados ademanes y sus elocuentes rostros convierten La lección de anatomía del doctor Tulp, La ronda de noche y Los síndicos del gremio de pañeros en obras geniales. También fue un gran dibujante y grabador que nos legó cerca de 1.500 dibujos y de 400 grabados.