REBELIONES ANTIFISCALES EN LA NAVARRA BAJOMEDIEVAL. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
La Baja Edad Media ha sido considerada una época de alteraciones sociales, inducidas por la penosa situación creada por las epidemias de peste. Asimismo, la organización creciente de los grupos de campesinos y artesanos brindó nuevas fuerzas a la resistencia contra las exigencias del fisco real. Encajada entre Castilla, Aragón y Francia, Navarra experimentó un tiempo de turbulencias sociales durante el complejo reinado de Carlos II el Malo.
Carlos II impuso en 1350 una importante contribución extraordinaria al reino de Navarra, que alzó una notable polvareda, hasta tal punto que las autoridades de Pamplona quisieron desentenderse de su recaudación para evadir las iras de los descontentos.
Entre los grupos campesinos comenzó a extenderse la resistencia. Su organización dio los primeros pasos, pero el mismo rey Carlos II quiso ahogarla en la cuna. Se detuvo a ocho de sus dirigentes y se les condenó a la horca. Sus cadáveres fueron expuestos en los alrededores de Pamplona y en su plaza del mercado.
La política del terror dio sus frutos por pocos años, pues en 1357 los labradores de Falces atacaron al gobernador del reino, el infante Luis (hermano de Carlos II). Nuevamente la represión resultó ser particularmente severa. Los que no consiguieron huir a Castilla fueron ahorcados. A Falces, además, se le confiscó toda la cosecha anual y novecientas ovejas y cabras. En otras localidades navarras el descontento no era menor, y en puntos como Salazar o Roncal los recaudadores tuvieron que pedir protección.
En los años siguientes, el descontento no cedió. Llegó en 1366 el turno de Laguardia, que no quiso contribuir por sufrir la condición de frontera con Castilla. En 1370 se mandó una fuerza armada contra las gentes de la Baja Navarra que se negaban a pagar los impuestos. La rebelón ponía a prueba la fuerza de la autoridad real.
Para saber más.
José María Lacarra, Historia del reino de Navarra en la Edad Media, Pamplona, 1976.
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