¿QUÉ FUE DE LA PRIMAVERA ÁRABE? Por Víctor Manuel Galán Tendero.
La Primavera Árabe, como la Europea de 1848, nos hizo creer una vez más en que la democracia era posible, que los ciudadanos no se resignarían a ser súbditos de ningún poder que les privara de sus derechos humanos más elementales, que los países musulmanes no permanecían al margen de la lucha por la dignidad cívica.
Más de dos años después Siria se desangra sin solución, en una guerra que aparece cada vez más relegada en los informativos, más pendientes de otros temas de viva actualidad. En Egipto se condena a unos periodistas por ser periodistas, y se vuelve a matar al mensajero que dice lo que no se quiere oir. Los ejércitos del fundamentalismo avanzan en Irak, y con la dominación del Creciente Fértil los fanáticos fantasean con la restauración del Califato Ortodoxo, aquel que permaneció libre de los Omeyas mancilladores de la fe.
Los EE. UU. temen desplegar tropas en el avispero irakí, aquel que tocaron fatalmente tras desoir las prevenciones de los más veteranos. Obama y su entorno se conducen con cautela, temiendo las iras de su opinión pública antibelicista, y prefieren apoyar con discreción a sus aliados en Irak. ¿Corren el riesgo de repetir los errores del Vietnam del Sur a punto de ser engullido por el del Norte? Es una posibilidad poco tranquilizadora, en especial cuando ante Rusia no se han mostrado contundentes en la cuestión de Crimea, quedando en el aire lo que acontecerá en Ucrania.
El imperio estadounidense se enfrente a la carga del mando, digna de un Atlas coetáneo, y se debate entre la acción y la inhibición. Lamentablemente los países islámicos también se enfrentan a su dilema, el de escoger entre el integrismo y la dictadura militar, emergiendo una vez más las aristas del drama argelino de 1993. Mientras se marchita la flor de la democracia de una primavera cada vez más apartada por el abrasador sol del desierto de las libertades.