OTRO ENFOQUE DE LA HISTORIA MILITAR MEDIEVAL.
Los caballeros no dominaron los campos de batalla de la Europa medieval. Tal planteamiento ha venido inducido por el estudio de las fuentes jurídicas y por la importancia alcanzada por las gestas en la cultura medieval, según el historiador estadounidense Bernard S. Bachrach.
La idea ha arraigado fuertemente, al modo de los vaqueros del Oeste norteamericano, pero no daría cumplida idea de la complejidad de la cuestión. Los caballeros a veces desmontarían para combatir con mayor solidez, y los comandantes más perspicaces como Guillermo el Conquistador no lanzarían cargas de caballería sin desgastar previamente al oponente con ráfagas de proyectiles.
Las fuerzas de infantería serían más importantes y organizadas de lo que se ha venido reconociendo, pues su proporción superó ampliamente a las de caballería en los ejércitos de distintos reinos e imperios. Carlomagno o Alfredo el Grande desplegaron importantes fuerzas en sus campañas.
Los reyes y sus magnates acudieron a la guerra acompañados de sus comitivas, pero también entraron en combate las fuerzas de infantería mantenidas por la población. Los núcleos urbanos contaban con sus propias unidades de protección o milicias. Por otra parte, los varones en edad militar podían ser movilizados en caso de necesidad. Los zapadores que abrían minas debajo de las murallas tendrían la disciplina de la dotación de un submarino, según Bachrach, y los que atendían una catapulta la sangre fría y coordinación de los de una batería artillera.
Tal sistema procedía del Bajo Imperio romano, con ejércitos numerosos divididos en unidades de maniobra y de defensa de puntos estratégicos. Las ciudades protegidas con fuertes murallas fueron clave para una verdadera defensa en profundidad. Las incursiones enemigas podían estrellarse contra tales y ser aniquiladas completamente por las fuerzas de socorro. Los asedios eran una operación delicada no solo por la conquista de la plaza, sino también por conservar los vencedores un patrimonio codiciado.
En suma, la Europa medieval sería en lo militar una prolongación de la romana, inspirada por la consulta de Vegecio y alimentada con el ejemplo bizantino hasta el siglo XI al menos. Con semejantes planteamientos se disuelven las ideas de una Edad Media diferenciada y de Renacimiento.
Son unos planteamientos refrescantes de la Historia militar de los llamados siglos medios, que presuponen la existencia en mayor o menor medida de una autoridad pública capaz de movilizar al efecto los recursos de un territorio. Bastante aceptables para la Francia merovingia, ocasionan reparos para los siglos X y XI, los de la revolución feudal de Pierre Bonnassie. Con independencia de su número real en los ejércitos, los caballeros alcanzaron una relevancia social y militar nada desdeñable.
Los estudios de Bachrach tienen en cuenta toda la Europa Occidental, pero se centran más en esta cuestión en Francia y las islas Británicas. Sus planteamientos pueden ser de gran utilidad para enfocar de manera novedosa la Historia española, con su fuerte herencia romana, la monarquía visigoda y las huestes concejiles de la Reconquista. Fuentes no faltan.
De Bernard S. Bachrach.
Merovingian Military Organization, 481-751, Universidad de Minnesota, 1972.
Early Carolingian Warfare: Prelure to Empire, Universidad de Pennsylvania, 2001.
Warfare and Military Organization in Pre-Crusade Europe, Farnham, Ashgate Publishing, 2002.
“Las murallas romanas, 300-1300”, Historia de la guerra (ed. Geoffrey Parker), Madrid, Akal, 2010, pp. 69-90.
Víctor Manuel Galán Tendero.