OTOMANOS EN TOULON (1543-4). Por Víctor Manuel Galán Tendero.
Carlos V pretendió ser el paladín de la Cristiandad contra el poder otomano, pero su empeño distó de triunfar. Sus fuerzas fueron derrotadas ante Argel en 1541, y la toma de Tremecén en 1543 por el gobernador de Orán, el conde de Alcaudete, se logró con severas pérdidas. Además, Francisco I de Francia era su enconado rival, dispuesto a llegar a un entendimiento con el sultán otomano y sus comandantes en el Mediterráneo, como el temido Barbarroja.
Franceses y otomanos se coaligaron, y decidieron llevar la guerra a los dominios de su enemigo de manera más decidida. En compañía del embajador de Francisco I, partieron ciento diez galeras y cuarenta galeotas al mando de Barbarroja desde Oriente en abril de 1543. La fuerza descargó inicialmente sobre Reggio, en el Mediodía italiano.
El rey francés ofreció una base de operaciones a tal armada en sus dominios, lo que ponía en serio peligro la seguridad y las comunicaciones hispano-italianas. A Marsella mandó al conde de Enghien, Francisco de Borbón, para que en julio de aquel año recibiera con todos los honores a las naves de la media luna.
Los coaligados se propusieron la conquista de la estratégica Niza, en los dominios del duque de Saboya. La armada recaló en Villefranche y sus fuerzas se dirigieron hacia Niza por terrenos abruptos. La plaza capituló tras un asedio, pero las condiciones de rendición no se respetaron.
Las disensiones entre franceses y otomanos eran visibles entonces. La cercanía de la estación invernal aconsejaba a buscar un refugio más seguro que el puerto de Villefranche, y Francisco I tuvo que prometer una base y abastecimientos para los meses por venir si quería conservar en vigor la alianza.
Además de prometer ayudar a los otomanos en la recuperación de Túnez, ofreció la base de Toulon. Sus autoridades, además de las de Provenza, fueron avisadas de la llegada de unos aliados muy poco gratos a la población local. Mujeres y niños marcharon, permaneciendo solamente los cabezas de familia. Por entonces, las naves otomanas atacaron Ibiza y Formentera.
El 14 de octubre de 1543, entraron en el puerto de Toulon doscientas galeras, con 30.000 hombres a bordo, que se aposentaron pesadamente en la localidad hasta abril de 1544.
Su catedral fue convertida en mezquita. Se prohibió que los cautivos cristianos pudieran ser sepultados en lugar sagrado para ellos. Se apresó a mozos para remar en las galeras turcas. La moneda otomana de menor valor tuvo que ser aceptada. Por si fuera poco, los altivos otomanos trataban de cobardes a los franceses.
Toulon yacía económicamente exhausta, pagando una pesada carga de mantenimiento. Aunque un descontento Barbarroja deseaba partir hacia Constantinopla, Francisco I no tuvo más remedio que pagar 800.000 escudos para que la armada otomana zarpara. En mayo de 1544, las naves otomanas atacaron la costa catalana, pero el balance de la alianza franco-otomana no era favorable a los enemigos de Carlos V.
Para saber más.
Jacques Heers, Historia de los berberiscos, Barcelona, 2003.