OFFA, UN MONARCA EUROPEÍSTA. Por Verónica López Subirats.

26.12.2015 12:58

              Entre el 757 y el 796 rigió el reino sajón de Mercia, en la Britania de la Heptarquía, el rey Offa, un coetáneo de Carlomagno, el señor de un importante imperio continental. En comparación con éste, el reino de Mercia se antoja simple, aunque su engrandecimiento no resultara tarea nada fácil.                                             

                Offa no se desentendió de la situación europea, lo que hubiera sido bastante estúpido, ya que sus súbditos mantenían importantes relaciones mercantiles con las Galias e Hispania en vivo proceso de transformación y respetaban la autoridad moral del Papa de Roma.

                                                        

                La economía y el buen orden interno aconsejaron la reforma de la moneda, pues desde comienzos del siglo VIII la circulación monetaria en la isla de Gran Bretaña se reducía a pequeñas piezas de plata sin la correspondiente ceca que los acuñaba, lo que no dejaba de crear confusión, muy poco favorable a los intercambios.

                La reforma monetaria carolingia animó a acometer nuevas acuñaciones. Las piezas de plata ganaron en peso y llevaron las debidas marcas de acuñación. En esta labor sobresalió el rey de Mercia Offa, que fue seguido por los de East Anglia, Kent y Wessex. En sus monedas Offa ordenó imprimir su imagen de cabellos rizados, al estilo de la realeza de su tiempo, e incluso la de su esposa siguiendo modelos bizantinos, según ciertos especialistas en numismática.

                                                       

                Offa permitió de todos modos que los arzobispos de Canterbury, bajo su dominio, participaran de la acuñación, muestra de su poder e influencia social. A partir del 792 se volvió a incrementar el peso de una moneda que circuló hasta el Mediterráneo como muestra de deferencia hacia la Roma papal y para costear los intercambios comerciales con la Hispania musulmana. Estas modificaciones dan cumplida muestra de los recursos de Mercia, capaces de costear la terminación de un importante muro frente a los galeses, siguiendo el ejemplo romano.

                                                            

                A la economía hemos de añadir la cultura como uno de los puentes entre Gran Bretaña y el resto de Europa, fuera de todo dorado aislamiento. Alcuino, el gran intelectual de la corte carolingia originario de Britania, simbolizó este acercamiento. No en vano felicitó a Offa por su interés por la educación, al igual que el Carlomagno admirador de la cultura clásica.

                El propio Offa sugirió a Carlomagno que depusiera al papa Adriano I, que había enviado sus legados a Britania, ya que estaba empeñado en reducir la influencia del arzobispado de Canterbury. También apoyó al gobernante franco contra el adopcionismo hispano. Ambos gobernantes sostuvieron conversaciones matrimoniales sobre sus hijos, pero las ambiciones del mercio exasperaron al franco y durante unos años se prohibió dar acogida a las naves del primero en los puertos continentales. Fue un incidente puntual que no cuestionó la ejecutoria europeísta de este destacado gobernante insular del siglo VIII.