NAVEGAR EN EL S. XII, ENTRE EL PELIGRO DE TEMPESTAD Y EL DE CAUTIVERIO.
“En la mañana del martes (8 de marzo de 1183) mencionado nos asaltó una tempestad que encrespó el mar; permanecimos voltejeando por su causa a lo largo de la costa de Cerdeña hasta el día del miércoles. Con todo, en este estado de aflicción, con el rumbo bloqueado por la tempestad que no nos dejaba distinguir Oriente de Occidente, Dios hace aparecer un barco perteneciente a los rum (romanos) que se dirigió a nosotros, hasta que (nos adelantó) situándose frente a nosotros. Entonces se le preguntó acerca de su ruta. Él (nos) informó que se dirigía a la isla de Sicilia y que él (venía) de Cartagena, provincia de Murcia. Nosotros habíamos seguido la derrota por la que él había venido sin saberlo; en este punto nos pusimos a seguir su estela (…).
“Entonces surgió ante nosotros un cabo de la tierra de la mencionada Cerdeña, pues habíamos tomado el (camino de) regreso volviendo de nuevo, hasta que llegamos a un cabo de dicha tierra llamado San Marco, que es un fondeadero (bien) conocido entre ellos (los marinos). Arrojamos el ancla allí, al zuhr (oración del mediodía) del citado día miércoles, con el barco antedicho en nuestra compañía. En ese lugar hay restos de construcciones antiguas. Se nos dijo que eran casas anteriormente pertenecientes a los judíos. Después nosotros nos hicimos a la vela al zuhr del domingo, 16 de dicho mes (13 de marzo).
“Durante nuestra estancia en ese fondeadero habíamos renovado el agua, la madera y las provisiones. Uno de los musulmanes que sabía la lengua rumi, descendió con un grupo de rumíes hasta un lugar habitado cercano a nosotros; luego nos informó que había visto un grupo de cautivos musulmanes, como unos ochenta entre hombres y mujeres, que estaban a la venta en el mercado (…).
“El viernes, tercer día de nuestro fondeo (allí), llegó a dicho fondeadero el soberano de la isla mencionada con una tropa de caballería. Entonces los principales del barco de los rumíes bajaron y se reunieron con él, prolongándose su estancia junto a él; luego ellos se volvieron y él se marchó a su lugar de residencia.”
Ibn Yubayr, A través del Oriente (Rihla). Edición de Felipe Maíllo, Madrid, 2007, pp. 66-67.
Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.