MONGOLES Y MANCHÚES, DOS DRAGONES ASIÁTICOS. Por Verónica López Subirats.
La China Ming supo explotar la enemistad entre los mongoles del Este y del Oeste. A mediados del siglo XVI el gobernante Alta kan acrecentó la fuerza de la Mongolia Oriental y amenazó Pekín. Culminó su obra con la llegada a sus dominios del tercer Dalai Lama desde el Tíbet. Los caballos, sillas de montar, vestimentas e instrumentos musicales de origen mongol ganaron prestigio de Manchuria a Corea. También se difundió el idioma de los mongoles. La llegada a Manchuria de pueblos del interior de Asia como los chakhar, a impulsos de la sequía que golpeaba el continente, reforzó este mundo considerablemente.
La China Ming a veces empleó a estas gentes como soldados en sus fronteras. Cuando los manchúes conquistaron China hacia el 1644, los mongoles continuaron planteando importantes problemas de control.
Los manchúes resaltaron interesadamente los vínculos familiares y culturales que les unían con los mongoles. Conscientes en que tal fidelidad reposaba sobre unos cimientos frágiles, incorporaron a los mongoles a las fuerzas armadas de las Ocho Banderas.
Semejantes medidas no impidieron que los emperadores manchúes de China administraran Mongolia de forma diferenciada, a través del Tribunal de Asuntos Coloniales que regía en lengua mongola a las confederaciones gentilicias del territorio.
El avance del poder manchú en Mongolia no gustó a todos los dirigentes locales. Los de la Mongolia Occidental pidieron armas de fuego, instructores y dinero a los expansivos rusos. El dirigente Khungtaiji mandó a su hijo Galdan a educarse en el Tíbet, consciente de la importancia de la religión para la forja de un poder político vigoroso.
A su retorno, Galdan ascendió al poder y extendió su poder en el Turquestán en 1678. A causa de sus problemas internos, los emperadores manchúes trataron de negociar con aquél, pero las hostilidades se rompieron so pretexto del insulto de los mongoles orientales al Dalai Lama.
Las rivalidades internas, las dificultades económicas derivadas de la falta de pastos y el deseo ruso de alcanzar un acuerdo con los manchúes, pusieron a Galdan contra las cuerdas. Contra sus dominios se dirigieron tropas encabezadas por unidades de mosquetes y artillería. En 1697 un Galdan con sentimiento de haber sido traicionado se envenenó.
Los manchúes controlaron la Mongolia Occidental con procedimientos ya ensayados. En 1705 nombraron un gobernador entre los potentados locales. Los guerreros se integraron en el sistema de las banderas para romper su cohesión gentilicia. No obstante, tal sistema no consiguió aniquilar la poderosa personalidad cultural de los mongoles.