MARTÍN CORTÉS, ¿REY DE MÉXICO? Por Víctor Manuel Galán Tendero.
La construcción del imperio español en América fue inseparable de las iniciativas de los conquistadores, aspirantes a grandes riquezas y honores. El sueño de muchos de ellos se concretaba en un modelo aristocrático castellano, no siempre compatible, no siempre acomodaticio a los intereses y puntos de vista de la remozada monarquía autoritaria hispana. Hernán Cortés fue un ejemplo de triunfador, frente a amerindios y españoles, levantando más de una envidia y no pocas reticencias.
Embridar a los conquistadores no resultó sencillo y Audiencias como la de México se afanaron en recortar su poder real, con no poco esfuerzo. Al experimentado virrey Luis de Velasco (1550-64) se le recordó el comportamiento de Cortés por los veteranos de la conquista, a la sazón bastante descontentos por la aplicación de las Leyes de Indias. Se quejaban habitualmente de los hombres de oficios, los aborrecidos oidores de la Audiencia, que limitaban la posesión de armas y ponían en cuestión sus prerrogativas de caballeros.
El marqués del Valle, Martín Cortés (el hijo de Hernán y de la sevillana doña Juana de Zúñiga), se erigió de facto en el portavoz de aquellos caballeros conquistadores, pobladores y encomenderos de la Nueva España. Se quejaron que dieron noticia al emperador don Carlos de lo mucho que convenía hacer repartimiento de amerindios con perpetuidad, ofreciéndole a cambio servicio económico.
Martín Cortés, entre 1563 y 1564, porfió para convertirse en duque y en que se le devolvieran los repartimientos amerindios. Al fallecer en 1564 el virrey Velasco, la ciudad de México lo nombró capitán general. La Audiencia lo contradijo y el marqués se embarcó en una aventura política, en compañía de sus hermanos y otros poderosos novohispanos. El llamado alzamiento del 26 de julio de 1566 fracasó. Se detuvo a los responsables de una rebelión que tenía conexiones en la ciudad de México, Los Ángeles, Michoacán y otras provincias. Incluso se habló de la alianza con reyes de Francia e Inglaterra para asumir la corona de Nueva España.
Todo quedó en nada y la denostada Audiencia se hizo cargo de la administración de la hacienda de don Martín, perceptor de rentas como los 14.000 pesos que por el ingenio de Cuernavaca pagaba Miguel Rodríguez de Acebedo y de tributos de maíces y mantas de las comunidades amerindias. Su protesta anticipó futuras tensiones de la América española.
Fuentes.
Archivo General de Indias.
Patronato Real, 171, N. 1, R. 20.