LOS TÚMULOS QUE FLORECIERON EN LA EUROPA DEL BRONCE. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
Entre el 1600 y 1250 antes de Jesucristo se extendieron por las llanuras europeas los túmulos funerarios. Tales manifestaciones no eran nuevas en estas tierras, pero han dado nombre a una cultura que abarcó un enorme territorio, desde el Rin a los Cárpatos occidentales, y de los Alpes al mar Báltico.
Floreció la cultura de los Túmulos en el Bronce Medio, de la mano de grupos de ganaderos jerarquizados. Su pericia en el trabajo del metal se hizo patente en sus espadas alargadas, en los mangos de algunas de sus herramientas agrícolas y especialmente en sus objetos de adorno. Alfileres y colgantes han permitido a los arqueólogos diferenciar hasta tres grandes grupos dentro de esta extendida cultura: el Prelausaciano de Polonia, el del Danubio Medio y el Occidental.
Sus característicos túmulos no alcanzaron la altura de los anteriores, prosiguiendo no pocas de sus pautas. De contornos redondos, los túmulos albergaban cistas de losas de piedra o tablas como estructuras funerarias. A veces, contenían dos difuntos. La presencia en estas tumbas de huesos de buey y de cerdo sacrificados nos habla tanto de sus ritos como de la importancia del ganado para aquellas comunidades. No obstante, la cremación avanzó en las sepulturas de Eslovaquia y Chequia.
Los túmulos llegaron a agruparse por centenares en verdaderas necrópolis, de las que estamos mejor informados que de los asentamientos de los vivos. A la sazón, no eran muy grandes, escogiendo la ubicación de las alturas, reforzando sus defensas con murallas de tierra y madera e incluso con fosos de protección. Las viviendas de planta rectangular o trapezoidal se han asociado con las gentes ganaderas que impulsaron esta cultura.
Para saber más.
A F. Harding, Sociedades europeas en la Edad del Bronce, Barcelona, 2003.