LOS SIMBÓLICOS ANIMALES DEL ARTE PALEOLÍTICO. Por Remedios Sala Galcerán.
En un principio las grandes interpretaciones del arte rupestre del Paleolítico Superior se movieron entre la idea propiciatoria de la caza y la de la repulsión de las criaturas más peligrosas. Poco a poco se fue superando tal visión etnográfica, muy deudora de las grandes expediciones geográficas decimonónicas, y los estudiosos se centraron en el análisis del arte mismo. Cada animal representado podía albergar una idea o un concepto ligado al universo religioso de aquellas poblaciones de cazadores y recolectores.
Annette Laming-Emperaire y André Leroi-Gourhan han sido los principales impulsores de esta línea de interpretación, con puntos muy sugerentes. Bien podemos decir que nos encontramos en la antesala de la escritura a través del pictograma e incluso del arte abstracto.
Se diferencia con claridad entre santuarios exteriores e interiores. En los primeros, emplazados en abrigos y en los accesos de las cuevas, se representó el bisonte, el caballo y el oso, junto con la figura humana a veces, ausente en los grandes conjuntos del interior.
Se ha observado la presencia de dos parejas básicas, la integrada por el binomio caballo-bisonte y la de caballo-bóvido, que se ha interpretado como expresión del dualismo masculino-femenino, también indicado por otros signos.
Según estos planteamientos, las representaciones realistas de animales transmitirían unos conceptos mucho más complejos, familiares a aquellas gentes, sobre el universo y el mundo, en el que los animales compartían el sino de los seres humanos.