LOS PACTOS MATRIMONIALES DE LA NOBLEZA HOLANDESA Y EL PAPADO DE AVIÑÓN. Por James Really.
En el territorio de la Holanda actual los señores de Arkel se hicieron fuertes desde el siglo XIII entre los ríos Merwede y Linge, un área muy estratégica en lo comercial que les dispensó buenos dineros con los que alzaron poderosas fortalezas.
Esta pujanza les ocasionó más de una disputa. En la primera mitad del siglo XIV estaban en liza con el señor de Horn Guillermo IV, un consumado diplomático que defendió al duque de Guelders de querer envenenar al rey y a la reina de Francia.
La guerra particular entre ambos señores venía de atrás y comportó toda clase de muertes, apresamientos y rapiñas, en línea con las cabalgadas de las huestes feudales.
Tal estado de guerra ocasionaba demasiados problemas a ambos y se propuso concertar la paz a través de un pacto matrimonial, en el que la hija de Guillermo y Matilde de Voorne, Isabel, sería prenda de paz.
Un año antes de morir en 1343, Guillermo solicitó del papa Clemente, recién llegado al solio papal establecido en Aviñón, la dispensa para un parentesco del cuarto grado. Los nobles de los Países Bajos, como los de otras partes de Europa, intentaron rentabilizar el gusto por el lujo del papado aviñonés, que afinó la maquinaria burocrática pontificia y las pretensiones de regular e intervenir en los tratos matrimoniales de la nobleza cristiana.
En 1359 Isabel se casaría finalmente con Enrique de Diest. Su vida había estado condicionada por las ambiciones de sus aristocráticos parientes y del Papa de Aviñón.