LOS OSADOS ELCHES. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
Dentro de las antiguas sociedades islámicas, los elches llegaron a tener un destacado protagonismo. Eran los musulmanes que habían abjurado del cristianismo o eran hijos de aquellos conversos, que se habían educado en un medio islámico. No deja de ser paradójico que en un principio la palabra árabe ily designara a un tipo rudo entregado a sus pasiones, un verdadero bárbaro irreductible al Islam. Sin embargo, en Estados como el emirato de Granada un elche como Ridwan llegó a ser el visir de Yusuf I. Fue un implacable enemigo de los cristianos, como amargamente comprobaron castellanos y aragoneses.
Según indica Felipe Maíllo, la palabra elche ya apareció en Castilla a comienzos del siglo XIV y en el XV ya se había consagrado el significado de renegado entre los cristianos, sinónimo de tornadizo. El andariego Pero Tafur comparó a los elches con los mamelucos de Egipto, los guerreros de origen no islámico que terminaron conformando una aristocracia de gobierno.
Entre los siglos IX y X fueron perdiendo fuerza las tropas árabes de base gentilicia de los Estados musulmanes, que contrataron los servicios de mercenarios cristianos o de soldados esclavos procedentes de otros países. En el califato de Córdoba y en las taifas que se repartieron su territorio llegaron a tener relevancia. En el Mediterráneo Oriental, poderes como el mameluco y el turco otomano acudieron a estas gentes. El cuerpo de los jenízaros alcanzó un gran virtuosismo.
Las incursiones y los apresamientos corsarios alimentaron las filas de los elches en el África musulmana a comienzos de la Edad Moderna. Algunos cautivos abjuraron como medio de ascender socialmente, logrando honores y riqueza.
Los elches reforzaron las tropas de las regencias otomanas en el Norte africano y de Marruecos. Su jerife dispuso en 1573 llegó a contar con 2.000 escopeteros y 500 jinetes. Gentes de origen francés le prestaron un gran servicio en la fundición de cañones. De su efectividad da cumplida idea que en 1591 consiguieran apoderarse en su nombre de la imperial Tombuctú, donde llegarían a arraigar como minoría dirigente.
Las acciones de los corsarios ingleses en el área del Estrecho supusieron el apresamiento de más de un súbdito de los reyes de España, que terminaría convirtiéndose en elche. Los navíos de Inglaterra acechaban en aguas de Lisboa, en la ruta hacia el Mediterráneo Occidental, y no pocos marineros terminaban en la plaza marroquí de La Mámora (la actual Mehdia), tomada en 1614 por los españoles.
Cuando trataban de escapar de su cautiverio desde allí hacia las Canarias, la Inquisición no dejaba de investigar sus acciones en aquella etapa de privación de libertad, incluso con la ayuda de informes de desterrados moriscos. Se quería diferenciar al resistente y al que había sido forzado del que había aceptado gustoso un destino de mayor relevancia. En el fondo, las motivaciones de no pocos elches eran muy similares a la de los conquistadores de Indias, prestos a mejorar su fortuna.
Para saber más.
Felipe Maillo, “Diacronía y sentido del término Elche. Contribución al estudio del medievo español y al de su léxico”, Miscelánea de Estudios Árabes y Hebraicos. Sección Árabe-Islam, Granada, vol. 31, 1982, pp. 79-98.
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