LOS ORÍGENES DE LA OTAN Y SUS PROBLEMAS. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

12.07.2024 13:10

               

                En el Período de Entreguerras, más de un representante de la III República francesa expresó que con Gran Bretaña no era necesario establecer una alianza formal, pues entre ambas partes existía un verdadero acuerdo de espíritus y corazones. Sin embargo, las dramáticas circunstancias de la Segunda Guerra Mundial, con una Francia vencida y ocupada por el III Reich, obligaron a llegar a otra clase de acuerdos. El general De Gaulle abogó el 11 de noviembre de 1944 por un tratado de alianza, que el 14 de diciembre se mostró dispuesto a negociar el gobierno británico, con independencia de la rivalidad franco-británica en áreas como el Oriente Próximo. La actitud hacia Alemania también dividía a ambas: Francia se mostraba preocupada por un posible resurgimiento alemán, y Gran Bretaña deseaba que los alemanes tomaran parte activa en la pugna con la URSS.

                La naciente Guerra Fría despejó el terreno. El 4 de marzo de 1947 se firmó el tratado en la icónica ciudad de Dunquerque. El temor a los soviéticos indujo a los belgas a interesarse por el mismo, en busca de una mayor garantía de defensa, y el 17 de marzo de 1948 Gran Bretaña, Francia y los países del Benelux suscribieron en Bruselas el tratado de la Unión occidental, que contemplaba responder en caso de ataque a la misma Alemania, donde franceses y británicos tenían tropas destacadas junto a los estadounidenses.

                Desde Gran Bretaña, sin embargo, se pensó que más países debían de participar en una defensa occidental o atlántica, con inclusión a los aliados de los dominios británicos, Estados Unidos, países escandinavos, Portugal, Italia y Grecia. La España de Franco fue excluida por su alineamiento con las potencias del Eje durante la Segunda Guerra Mundial. La principal dificultad estribaría en la mayoría republicana en el Congreso de Estados Unidos, deseosa de recortar gastos militares y de una reorganización de Europa en términos mucho más autónomos.

                El departamento de Estado, con todo, fue sensible a la idea británica, pero si se partía de una iniciativa europea y se suscribía un gran acuerdo de defensa, al modo del tratado de Río del 2 de septiembre de 1947 sobre el continente americano. El presidente Truman se mostró conforme con ello, incorporando a los alemanes al círculo.

                Se tuvieron que disipar las vacilaciones de Francia, que también temía las represalias soviéticas, y las dudas del Congreso estadounidense. Mientras tanto, del 21 de marzo al 1 de abril del 48, Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá negociaron las bases del sistema atlántico de seguridad, en el que Truman aceptó que un ataque contra alguno de los aliados sería considerado como propio, algo que más de uno consideraba comprometer constitucionalmente la libertad de acción exterior de Estados Unidos.

                El acuerdo de la presidencia debía ser sometido al Congreso, donde se recordaba el fracaso de la política de Wilson tras la Primera Guerra Mundial. Sin la asistencia estadounidense, el apoyo francés flaquearía. Finalmente, tras una serie de negociaciones, el Senado aprobó el 11 de junio por sesenta y cuatro votos a favor frente a cuatro en contra la participación según los principios, objetivos y disposiciones de la Carta de las Naciones Unidas.

                La reelección de Truman en las elecciones de noviembre del 48 y la nueva mayoría demócrata en el Congreso allanaron el camino, pero no evitaron obstáculos en casa a la hora de formalizar el tratado. El consenso se consiguió cuando la expresión “tal acción que resulte necesaria” fue modificada por “tal acción que cada parte juzgue necesaria”. Finalmente, el 4 de abril de 1949 firmaron el Tratado del Atlántico Norte los cinco Estados del tratado de Bruselas, Estados Unidos, Canadá, Islandia, Noruega, Dinamarca, Portugal e Italia.

                La OTAN ha celebrado del 9 al 11 de julio su LXXV Cumbre en Washington. Su número de miembros es mayor que en 1949, pero la guerra de Ucrania ha vuelto a poner el foco de atención en Rusia. Además, el riesgo de aislacionismo de Estados Unidos vuelve a plantearse ante el hipotético triunfo de Trump en las elecciones presidenciales. Su recorte de la contribución militar de la OTAN y de la asistencia a Ucrania dejaría más expuestos a los aliados europeos frente a Rusia. Algunos problemas de origen se resisten a desaparecer.

                Para saber más.

                Charles Zorgbibe, Historia de las relaciones internacionales. 2. Del sistema de Yalta hasta nuestros días, Madrid, 1997.