LOS MECANISMOS DE LA ROMANIZACIÓN. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
A comienzos de la Era cristiana los romanos habían sometido a los iberos no solo a su autoridad, sino también a su influencia cultural. Varias ciudades se transformaron en municipios de corte romano con distintos grado de derecho. Asimismo, los conquistadores fundaron colonias con veteranos procedentes del ejército.
La llamada romanización ha sido un tema que ha interesado vivamente a los historiadores españoles y de otros muchos países tanto por su importancia como por su mecanismo. ¿De qué manera una población sometida asimila los valores y la forma de vida de sus conquistadores? Los romanos se sometieron gustosos a la influencia cultural griega, lo que introduce un importante elemento: las poblaciones de la Europa Occidental conquistadas por Roma también podrían estar interesadas, por diversos motivos, en asimilar la cultura griega a través de Roma. De hecho, la influencia de las culturas del Mediterráneo Oriental se había dejado sentir con fuerza desde mucho antes de la llegada de los romanos a la península Ibérica.
Las comunidades urbanas sometidas a Roma estuvieron regidas por minorías, muchas de origen anterior a la conquista, al modo de la aristocracia ibera plasmada en las imágenes de las cerámicas de San Miguel de Liria. Indiscutiblemente, estos encumbrados personajes se mostraron interesados en asimilar la cultura romana, tan asociada al poder. A cambio de continuar mandando sobre los suyos, renunciaron a los aspectos exteriores más visibles de su vida cotidiana paulatinamente. Los pragmáticos romanos aceptaron tales pactos, que les dispensaban recursos humanos y económicos en los duros tiempos de la guerra contra los cartagineses y otros adversarios peninsulares.
Ha interesado el tema del idioma, el de la latinización. Se supone con fundamento que los aristócratas iberos serían los primeros en abrazar el latín para ascender con mayor presteza. En cuanto a la religión, es conocido el pragmatismo romano, dispuesto al sincretismo que le permitiera tomar posesión del alma religiosa del territorio. En el santuario ibero de la Serreta de Alcoy se han encontrado muchas monedas iberas y romanas que deberían corresponder a donaciones de fieles a los viejos dioses. Las piezas más recientes datan de poco antes del emperador Teodosio, que prohibió en todo el imperio el culto a los ídolos.
A la romanización no solo ayudó la adopción de modos culturales y la aceptación por los romanos de modos iberos que fortalecieran su autoridad, sino también la afluencia de colonizadores, máxime teniendo en cuenta las transformaciones y las tensiones del mundo romano entre los siglos II y I antes de Jesucristo. Sobre su número se pueden hacer varias disquisiciones. Julio César sostuvo que mientras ponía sitio a Lérida, llegaron 20.000 personas desde Italia, algo que ha sido considerado una exageración por varios historiadores. No obstante, la afluencia itálica a nuestra Península fue considerable si nos atenemos a los datos proporcionados por la epigrafía, lo que también contribuyó a extender usos y costumbres romanos o asociados a lo romano en Hispania, acabado fruto de un imperio extraordinario.