LOS MALES DE LA POBLACIÓN CASTELLANA DEL 1300.
Castilla se extendía a comienzos del siglo XIV del Cantábrico al golfo de Cádiz y se había convertido en uno de los grandes reinos de la Cristiandad tras las grandes conquistas a los musulmanes. Más allá de ciertas estimaciones, no se conoce su número de habitantes, pero la Crónica de Alfonso el Onceno refiere que en 1325 muchos de sus lugares se encontraban yermos o faltos de gente. El problema del despoblamiento ya se planteaba entonces en el interior de la península Ibérica.
La repoblación de las tierras al Sur del sistema Central había supuesto un esfuerzo para las gentes del Norte, al que se sumaría la colonización de la Andalucía bética y Murcia. El otorgamiento de franquezas y el reparto de bienes inmuebles no aseguraron la permanencia de muchos repobladores, que no siempre encontraron a la altura de sus expectativas los nuevos lugares. La marcha de población mudéjar, especialmente a partir de 1266, agravó el problema.
El trasvase humano fue acompañado de una compleja adaptación económica del territorio. Los precios subieron por razones de escasez y de nuevos gustos de consumo. Las rentas fueron segadas por la inflación. En 1307 se reconoció que las soldadas de la nobleza se habían acrecentado desde los tiempos de Sancho IV, pero no bastaron.
La Crónica de Fernando IV informa que en 1301 la hambruna castigaba toda la tierra. Se comía pan de grama o de hierbas, mientras las personas morían por plazas y calles. La mortandad alcanzó a la cuarta parte de la población, según la misma fuente. Los años de malas cosechas de 1331-33 volvieron a poner contra las cuerdas a muchos castellanos.
Los obispos reunidos en Zamora en 1311 intentaron atajar la pobreza, pues la exclusión social también aumentó. Esta Castilla atenazada presentaría áreas despobladas antes de la Peste Negra de 1348. Su situación era verdaderamente dramática. Sin embargo, la combinación de reorientación económica y política real ayudaría a superar la situación en la medida de lo posible. Toda una lección.
Fuentes.
Crónica de Alfonso el Onceno, edición de Francisco Cerdá, Madrid, 1787.
Crónica de Fernando IV, anotada por Antonio Benavides, Madrid, 1860, 2 tomos.