LOS JUDÍOS DE TERUEL Y LA REPOBLACIÓN VALENCIANA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

20.03.2020 15:40

                Los judíos formaron parte del entramado social de la Europa medieval. Formaron comunidades complejas, que mantuvieron su religión y costumbres, sin dejar de participar en las empresas de los reinos cristianos. Ciertamente, durante las Cruzadas padecieron la ira de los exaltados, pero la expansión de la Cristiandad hispana les brindó valiosas oportunidades.

                El establecimiento de nuevos concejos aparejó el de nuevas juderías, en varios casos, como en el de Teruel, fundada en el 1171. Actuó como plataforma para ulteriores iniciativas, alimentando la expansión.

                La conquista y colonización de las tierras valencianas interesó con vivacidad a las gentes de Teruel, fuera cual fuera su credo. A las iniciativas de sus vecinos cristianos se sumaron las de sus habitantes judíos, cuando su aljama se consolidó en el último tercio del siglo XIII.

                Personas emprendedoras, la explotación forestal captó su atención inicial. El turolense Abrahim Toledano quiso acceder a la riqueza de los bosques de Ademuz, cuyo concejo no se mostró al principio favorable a sus deseos. Hombre del rey Pedro III de Aragón, el 25 de junio de 1283 logró la orden para poder talar sus árboles.

                Los beneficios forestales engrosaron las arcas de algunos de los más descollantes judíos de la aljama turolense, que los invirtieron en negocios de préstamo. La propia localidad de Ademuz y su vecindario requería importantes sumas de dinero para hacer prosperar sus actividades.

                Tales negocios originaron diversos pleitos. Un 27 de febrero de 1327, desde Sariñena, Jaime II se dirigió a la justicia de Ademuz para presentar la denuncia de los hermanos Abrahim y Jafuda Toledano contra el vecino Juan Quílez y su esposa.

                A pesar que se habían obligado con todas las garantías legales por la tercera parte de sus bienes con los prestamistas judíos de Teruel, la justicia local se había abstenido hasta el momento de proceder contra ellos a la hora de ejecutar. Los hermanos Toledano, en tal tesitura, demostraron gozar de un notable servicio jurídico, pues dispusieron de un procurador cristiano para sus negocios en el reino de Valencia, Pascual Martínez Fernández, bien capaz de presentar su caso ante el procurador fiscal del mismo rey, Egidio Martínez de Entenza.

                Conocían bien los judíos turolenses sus derechos, según el estatuto y privilegio general de Aragón, que no vacilaron en esgrimir en sus reclamaciones en las tierras aledañas valencianas, concretamente en Castielfabib. Un consorcio de doce de aquéllos así lo reclamaron ante Alfonso IV el 10 de mayo de 1329, que por aquel tiempo dispuso que el acudir al baile de Teruel no eximía de actuar la justicia del reino de Valencia. Tales asuntos resultaron espinosos y el 24 de abril de 1338 las autoridades de aquella misma localidad tuvieron que atender otra reclamación de un consorcio de catorce judíos turolenses.

                Esta clase de consorcios o compañías de judíos de Teruel sirvieron para aunar fuerzas y lograr mayores beneficios, aprovechándose de las obligaciones tributarias e imposiciones judiciales de las comunidades cristianas valencianas vecinas, como la avenencia de 3.000 sueldos a comienzos de 1344 de Ademuz y sus aldeas, que llegó a merecer la benignidad de Pedro IV.

                El crédito judío turolense ganó un peso considerable en las tierras del Rincón de Ademuz, no siempre bien atendido por las autoridades locales. En vista de ello, Pedro IV insistió ante la justicia de Castielfabib y Ademuz al respecto el 30 de enero de 1346. Sintomáticamente, las gentes de aquellas localidades no recurrieron en la misma medida a otras opciones crediticias.

                Tales actividades no contribuyeron, seguramente, a hacer populares a los judíos turolenses entre aquéllas, pero tampoco ocasionaron entonces estallidos de cólera contra los judíos en general, especialmente contra los que allí habitaban. Los lazos de vecindad eran a la sazón estrechos. Judíos y cristianos de Alpuente se habían obligado judicialmente en febrero de 1344. Años más tarde, en 1357, la pecha de los judíos de Ademuz también sería empleada para reparar sus defensas. Las relaciones entre cristianos y judíos de un lado y otro de los límites valenciano-aragoneses fueron tan complejas como intensas durante la Baja Edad Media.

                ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN.

                Real Cancillería, Registro 61 (165r), 129 (179r-v), 434 (73r-v), 594 (217v), 629 (136v, 140r-141v), 642 (228r-v) y 1381 (56v).