04.06.2024 12:00
Las agrupaciones guerrilleras que combatieron al franquismo en la Posguerra no sólo libraron sus batallas con las armas en la mano, sino también con las palabras de la propaganda. El guerrillero fue el órgano de la Agrupación Guerrillera de Levante, que en noviembre de 1948 quiso ganar nuevas voluntades para la causa.
Entonces la Guerra de España no se daba por concluida, por mucho que Franco se hubiera proclamado vencedor el 1 de abril de 1939. Aquel conflicto entre españoles había constituido uno de los primeros capítulos de la II Guerra Mundial, en la que la España franquista fue aliada de Hitler y de Mussolini. Republicanos españoles combatieron contra el III Reich bajo las banderas de la Resistencia francesa, del Ejército Rojo u otras. Acariciaron en 1944 la idea de continuar la lucha al sur de los Pirineos tras el desembarco de Normandía.
La operación Reconquista fracasó, pero sus esfuerzos prosiguieron durante bastante tiempo. En su prensa, se presentó su lucha como una gesta por la independencia nacional, la de la guerra contra Franco y sus aliados Hitler y Mussolini, en la que el pueblo español dio pruebas de heroísmo en puntos como Madrid. La comparación con la guerra contra Napoleón era clara a la hora de intentar ganar voluntades, erigiéndose las guerrillas en la vanguardia de la nación a liberar.
Sin embargo, la fuerza de las guerrillas se veía frenada por la actitud de Estados Unidos y Gran Bretaña, cuando la Guerra Fría daba sus primeros y acalorados compases. La importancia de los comunistas dentro del movimiento guerrillero era clara, por lo que causa extrañeza que Stalin no apostara decididamente por el mismo. Se han invocado razones de desgaste sobre el terreno, que más bien son de carácter posterior. ¿Desconfiaba el estalinismo de la antigua adscripción anarquista de algunos de los guerrilleros? ¿Tenía miedo Stalin a la aparición de un nuevo Tito en Europa? Son cuestiones a investigar todavía.
