“Precisamente, en aquellas regiones (de Bretaña) un solo guerrero puede engendrar cincuenta, dado que, a la manera de los bárbaros, pueden llegar a obtener diez esposas o más: los antiguos explican esto de los moros, desconocedores de la ley divina y de la práctica del pudor. Además, esta multitud se dedicaba sobre todo a las armas y a los caballos, pero mínimamente al cultivo de los campos o de las costumbres. Se alimentan en gran medida de leche, poquísimo de pan. Abundantes pastos para el ganado son el fruto de sus vastas extensiones, casi desconocedoras de las mieses.
“Cuando no están en guerra, viven o se ejercitan en rapiñas, bandidaje, discordias civiles. Corren al combate con ardiente alegría; mientras luchan, hieren con furia. Acostumbrados a llevar ventaja, ceden con dificultad. Se complacen sobremanera en la victoria y la alabanza conseguidos en la lucha y con ello se honran: se complacen en arrebatar los despojos de los muertos, como si fuera algo honorable y hermoso.”
Guillermo de Poitiers, Historia de Guillermo, duque de Normandía y rey de Inglaterra. En Testimonios del mundo de los vikingos, Barcelona, 1986, p. 106.
Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.