LOS ESPAÑOLES LLEGAN AL RÍO CONCHOS EN EL XVII. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

24.12.2021 12:31

               

                A comienzos del siglo XVII, los españoles proseguían su avance por la América del Norte. El adelantado Juan de Oñate, nacido en la Nueva España, se adentró por los territorios del actual Suroeste de los Estados Unidos. Los pueblos amerindios de las riberas del río Grande le hablaron de unos reinos abundantes de plata, los de la fabulosa Teguayo,  tentando sus ambiciones.

                Años más tarde, los llanos de Cibola, emplazados entre los ríos Grande y Nueces, fueron presentados como unas apetecibles tierras con todo género de morales, pavos y bisontes, los sibolas. Hasta allí, en 1632, llegaron los padres franciscanos Juan de Salas y Diego de Ortega, acompañando a una expedición militar que partió del Nuevo México español. Sus pobladores amerindios dijeron querer cristianizarse, y fray Juan dejó allí durante seis meses al padre Ortega. Fue el precedente de futuras acciones.

                Las expediciones se reemprendieron en 1650, cuando el general Hernando de Ugarte y la Concha (gobernador de Nuevo México) mandó a los capitanes Diego del Castillo y Hernán Martín. Partieron de Santa Fe y llegaron a las riberas del río Conchos, en territorio de los tejas. Durante medio año, obtuvieron  de aquel curso de agua muchas conchas, que al quemarlas ofrecieron algunas perlas. Los expedicionarios siguieron río abajo, inclinándose hacia el Sur, hasta llegar a los umbrales de la nación de los tejas, limítrofes con pueblos que no sembraban. También tuvieron conocimiento que al Norte de los tejas, los quiviras estaban igualmente regidos por príncipes o caciques, cultivaban el maíz y practicaban la ganadería.

                Las nuevas de aquella expedición fueron comunicadas por fray Antonio de Aranda al conde de Alba de Liste, el virrey novohispano. Se ordenó al capitán Juan de Samaniego, el nuevo gobernador de Nuevo México, acometer otra entrada, encomendada esta vez al sargento mayor Diego de Guadalajara.

                Emprendió el camino en 1654 al frente de treinta soldados y doscientos amerindios cristianos. Los amigos amerindios advirtieron de la hostilidad de otros pueblos. Se destacó entonces al capitán Andrés López al frente de una avanzadilla a reconocer el terreno, en compañía de los aliados tumanas. Con los enemigos de la ranchería de los quitoan tuvieron un serio encuentro. Tras un día de batalla, la lid se inclinó del lado español. Se tomaron gamuzas de ante y cueros de bisonte como botín, pero al retornar al campamento principal o real, Diego de Guadalajara ordenó el retorno a Santa Fe.

                Los resultados fueron muy discretos, ciertamente, pero demostraron las inquietudes de los españoles en aquellas tierras de América.

                Fuentes.

                ARCHIVO GENERAL DE INDIAS.

                Estado, 43, N. 1.