18.11.2020 11:46
Entre el 6 de junio y el 13 de agosto de 1762, La Habana fue sometida a un duro asedio por las tropas británicas comandadas por George Keppel, el conde de Albemarle. Con unos 31.000 soldados, disponía de una importante flota de veintitrés barcos de línea, once fragatas, cuatro balandras, tres bombardeos y unas ciento sesenta naves de transporte.
España había entrado tardíamente en la guerra de los Siete Años del lado de Francia, cuando el conflicto ya se inclinaba del lado británico. Sus fuerzas en La Habana eran de unos 11.670 soldados, además de diez barcos de línea, dos fragatas, dos balandras y un buen número de piezas de artillería. Los españoles plantaron cara desde el castillo del Morro, defendido con entereza por Luis Vicente de Velasco, que cayó en acción. Su conducta fue muy admirada por el comandante británico. Al final, La Habana capituló.
Cuba estuvo a punto de convertirse en un dominio británico, al modo del Quebec francés. Sin embargo, los intereses de los plantadores de las Antillas británicas frustraron la incorporación final. En julio de 1763, el gobierno británico se avino a canjear la isla cubana por la Florida, a la entrada del golfo de México.
En el ínterin, los acuerdos de capitulación distaron de cumplirse, lo que suscitó quejas de los insulares sometidos al dominio británico. Necesitada de dinero, la flamante autoridad exigió la contribución de estamentos como el clero, al que se exigió un donativo gracioso. Las protestas de los sacerdotes no se hicieron esperar y el obispo fue arrestado.
Los apremios militares y los alojamientos de tropas no resultaron menos lesivos al vecindario. Además, se tomó madera de los asentistas que la dispensaban con vistas a la fortificación.
El nuevo régimen tropezó con dificultades, aunque no sabemos cómo hubiera sido la evolución de una Cuba británica, incorporada a los dominios de Gran Bretaña casi una década antes de iniciarse la guerra de independencia norteamericana.
Fuentes.
ARCHIVO GENERAL DE INDIAS. Estado, 7, N. 9.
