LOS ANTIGUOS REINOS DE MADAGASCAR. Por José Hernández Zúñiga.
La Historia de la gran isla de Madagascar no es del todo bien conocida por el público español, pese a que los portugueses alcanzaron sus costas a principios del siglo XVI. Allí se dieron cita distintos elementos del mundo índico desde el siglo XII, cuando el comercio islámico ya se hallaba bien dispuesto en tal espacio oceánico.
Desde las islas Comores llegaron una mezcla de elementos árabes, bantúes e indonesios, los antalaotes que se asentaron en el Noroeste de la isla en busca de esclavos. Las poblaciones negroides del extremo Noreste ya disponían a su arribada de productos procedentes de China y de Persia. Los Zafi-Ramina se hicieron fuertes en el Sureste. Poco a poco el interior fue ocupado, donde brillaron con luz propia los betsileo y los hova, que forjaron una serie de principados. A este mosaico se añadirían los europeos: portugueses, franceses, holandeses e ingleses, mitad comerciantes, mitad piratas.
Las distintas aportaciones culturales se tradujeron de forma distinta en cada zona de Madagascar por su diversidad natural. Mientras en el Este predominó el cultivo de roza y las aldeas ganaderas con murallas de madera en su tramo meridional más árido, la ganadería preponderó en el Oeste y la plantación del arroz en el centro, donde los hova dieron origen a los merina, que fundaron Tananarive, la futura capital insular.
Entre todos los reinos malgaches descolló el de Betsimisakara, cuyo rey de comienzos del siglo XVIII fue Ratsimilaho, hijo de un pirata inglés y de una princesa malgache. La pesca, la agricultura del arroz y el pastoreo no constituyeron los únicos elementos de supervivencia en Madagascar, sino también el inhumano comercio de esclavos alimentado por las armas servidas por los europeos. El paraíso malgache también tuvo sus serpientes.