LOS AHOGOS DE UN PROVEEDOR DEL EJÉRCITO ESPAÑOL EN AMÉRICA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
¿Dónde se abastecieron de uniformes los ejércitos españoles de la América del siglo XVIII? De localidades como la alicantina Alcoy, donde la pañería iniciaba un prometedor despegue. La provisión a las fuerzas armadas ha sido recientemente valorada como un elemento de gran interés para entender la expansión de algunas actividades económicas.
Allí se comisionó a Manuel Benisia en 1788, sargento mayor del regimiento de infantería de Nueva España. La dirección de los Cinco Gremios Mayores de Madrid, encargados del suministro, le pagaban al mes noventa pesos fuertes. Acopiaba los paños para el vestuario de las tropas de América y sus islas.
La España de Carlos III dio paso a la de hijo Carlos IV, en la que afloraron muchas dificultades y el pago de aquél se suspendió a principios de junio de 1790, por los crecidos gastos. El 14 de febrero de 1791 reclamó el sargento con la certificación del director de la Real Fábrica de Tejidos de Seda, Manuel José López del Valle, vocal de la Junta de Comercio y Agricultura valenciana y encargado allí de los Cinco Gremios.
A 7 de marzo de aquel año pidió incluso que la Tesorería Militar de Valencia lo asistiera con la paga mensual de 1.800 reales.
Durante años prosiguió pleiteando y desde Aranjuez se comunicó al Inspector General de Infantería escribió el 5 de abril de 1798:
“Que S. M. no ha venido en conceder a don Manuel Benisia, sargento mayor electo del regimiento de infantería de Nueva España, el que continuase comisionado en la villa de Alcoy para el acopio de paños de los vestuarios de América, ni que la agregación de teniente coronel que solicitó en su propio cuerpo, antes bien en vista de los antecedentes ha extrañado semejante solicitud.”
Los problemas económicos y militares iban de la mano. No obstante, el 7 de mayo del mismo año se expresó al virrey de Nueva España:
“Que a Manuel Benisia, sargento mayor electo, se le abonen unos sueldos al respecto de América, desde que concluyó su comisión hasta que se haya puesto el CÚMPLASE a su Despacho a razón del sueldo y medio de capitán, y desde este día en adelante el de su empleo.”
Era mucho mejor que nada, lo que no ahorró más de un engorro burocrático-económico al pobre don Manuel en años venideros.
Fuentes.
ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS. Legajo 6954, 40.