Nacido en 1449, Lorenzo de Medici mantuvo la ficción de la república florentina a la par que el gobernaba como un verdadero rey, ejemplificando la habilidad política de la edad de oro de su ciudad.
Considerado uno de los nietos más inteligentes del viejo Cosimo, gran financiero, ya de niño actuó como diplomático en vivo contraste con un padre inepto y enfermizo. Su madre, consumada poetisa, le inculcó su amor por el arte y la cultura presentándole a grandes figuras de su tiempo.
En 1469 alcanzó la jefatura de su poderosa familia con tan sólo veinte años. Controló el gobierno florentino gracias a sus amistades en el consejo municipal, sobornos, amenazas y alianzas matrimoniales, como muchos aristócratas europeos de su tiempo. Sin embargo, no fue un simple mafioso, y promovió la paz entre los Estados italianos. Mecenas de grandes artistas, para él trabajaron Botticeli o Miguel Ángel.
Hombre que se sintió más feliz componiendo poesía que haciendo otra cosa, gobernó Florencia en la sombra a través de su Banco, que quebró ante los dispendios caballerescos de justas y torneos que tanto le gustaron. Casi arruinado falleció en 1492 mientras se gestaba la gran revuelta popular acaudillada por el monje Savonarola, que clamó contra sus lujos en la hoguera de las vanidades.