LAS PALANCAS MILITARES DE INGLATERRA.
En las batallas de Crecy (1346) y de Poitiers (1356) las fuerzas del rey de Inglaterra se impusieron a las del de Francia, en uno de los momentos más álgidos de la llamada guerra de los Cien Años. La población controlada por el primero era menor que al segundo obediente. Sin embargo, los comandantes ingleses disponían de un sistema de movilización militar más efectivo que sus oponentes.
Las guerras libradas contra los galeses y los escoceses bajo Eduardo I (1272-1307) y su hijo Eduardo II (1307-27) sirvieron de campo de pruebas, aunque también los monarcas de Francia se las habían tenido que ver con distintos y correosos rivales. Eduardo I, el llamado Justiniano inglés, consiguió quebrantar la resistencia del papa Bonifacio VIII a la hora de imponer gravámenes a la Iglesia en caso de necesidad, algo que le dispensó notables beneficios. De todos modos, la mayor fortaleza de la monarquía inglesa residía en otro punto.
La comunidad del reino se sustanciaba en el parlamento, articulado en la cámara de los lores y la de los comunes. Con independencia de los roces puntuales entre facciones rivales, se erigió en un elemento de referencia nacional, ubicado en Londres cerca del palacio real.
Los distintos autores han subrayado que semejante característica era el fruto de una larga Historia. La Carta Magna de 1215 había establecido con firmeza el imperio de la ley para todo el reino, cuyos monarcas habían ejercido con vigor la administración de justicia. Enrique I (1100-32) estableció jueces itinerantes para sobreponerse a la justicia local de los señores. El corpus legislativo de Inglaterra fue consolidado por Enrique II (1154-89). Los decretos de Eduardo I fueron en la misma dirección de fortalecimiento de la justicia regia.
Con estos mimbres se fue tejiendo un sistema que demostró su eficacia militar en las primeras fases de la guerra de los Cien Años, y que espolearía los deseos de reforma del reino de Francia, finalmente vencedor en aquel conflicto. Posteriormente, la Reforma anglicana no se explicaría cabalmente sin estos precedentes, sin la fuerza de unas instituciones nacionales consolidadas.
Bibliografía.
Omrod, W., Edward III, Yale, 2001.
Powicke, M., Military Obligation in Medieval England, Oxford, 1962.
Víctor Manuel Galán Tendero.