LAS OSADAS GALEAZAS ATLÁNTICAS. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
El poder naval ha sido determinante en la Historia, algo especialmente cierto en la expansiva Europa del siglo XV. La experiencia marinera de las sociedades mediterráneas fue de singular valor para la exploración atlántica, pero las aportaciones de los navegantes del Atlántico vivificaron la vida marinera del Mediterráneo.
Los venecianos surcaron las aguas del mar del Norte al oriente mediterráneo y su arsenal alcanzó una merecida fama. Construyeron galeras cada vez más grandes, dotadas de una tercera vela, que fueron las primeras galeazas. Las emplearon en sus navegaciones comerciales hasta Flandes, de lo que tomaron buena nota los oficiales de los Reyes Católicos.
Mientras que los venecianos llegaron a construir verdaderas fortalezas flotantes, en el Cantábrico se optó por botar galeazas más pequeñas, de mayor bordo, armazón más recio y timón recto a la navarra, distinto del curvado mediterráneo.
El célebre Álvaro de Bazán fue partidario de emplearlas en el Atlántico. En 1549, propuso a Carlos V hacer al océano doce galeazas, que velarían por las comunicaciones con las Indias. Según aquél, darían aviso con prontitud de los peligros, combatirían a los corsarios y ayudarían a traer los metales preciosos. Mientras tanto, se podría ordenar la armada indiana.
Sin embargo, el también marino Bernardino de Mendoza no compartía el entusiasmo de Bazán por las galeazas. Las consideraba inapropiadas para la navegación atlántica y Venecia y Francia cada vez las descartaban más. Creyó más conveniente reforzar las flotas, sin añadir nuevos gastos.
Con todo, los oponentes franceses no dejaron de emplear las galeazas atlánticas. En 1558, el virrey de Navarra, el duque de Alburquerque, informó que en los puertos de Bayona, Burdeos y San Juan de Luz se habían armado ocho de estas naves, bien avitualladas y tripuladas por unos 1.400 hombres.
Se aprestaban a salir hacia las Indias en octubre de aquel año y el embajador español en Portugal, don Juan de Mendoza, debía de terminar de informar sobre su fuerza auténtica y destino definitivo. Se consideró, de cualquier forma, prudente alertar al capitán general de la armada sobre sus posibles acciones, temiendo que descargaran en La Española. Con todas las limitaciones apuntadas por Bernardino de Mendoza, las galeazas parecían prestas a dar guerra en el Atlántico de mediados del siglo XVI.
Fuentes.
ARCHIVO GENERAL DE INDIAS.
Indiferente, 425, L. 23, F351R-351V.