LA TEMIBLE BESTIA DE GÉVAUDAN.

21.02.2021 11:55

               

                El 24 de noviembre de 1764, se publicó en París el libelo acerca de la bestia salvaje que asolaba el Gévaudan. La famosa criatura, que ha inspirado películas como El pacto de los lobos de 2001, no era solamente una, sino dos: un gran lobo y un cánido identificado como un lobo. Sembraron el terror por aquel territorio del Mediodía francés entre 1764 y 1767. Se aprecia el horror que provocaron en esta endecha, que ofrecemos en la traducción al castellano de Agustín López Tobajas y María Tabuyo, pregonada por las calles y plazas de distintas localidades:

                “Venid con el llanto en los ojos, escuchad, os lo ruego, el relato de los horrores de un bestia enfurecida.

                “Tan temible, que nada semejante se ha visto, ni puede tener igual, bajo el resplandor del sol.

                “EL PUEBLO DE GÉVAUDAN.

                “Todo es desconcierto en nuestro vecindario, todo lo embarga el espanto ante una carnicería tal, la horrorosa rabia de este cruel animal quita de entrada el coraje a todos en general.

                “En el bosque de Saint-Chelly, la bestia carnicera ha devorado también, con mortífero colmillo, a quince personas, hombres, mujeres y niños; todo el mundo se sorprende, pero sobre todo los campesinos.

                “Cuando tiene cogida a su presa, esta cruel bestia le devora el hígado, el corazón y la cabeza: monstruo funesto, este animal devorador, temible como la peste, sólo con sangre se sacia.

                “Este monstruo tan horrible es tan horroroso, que al avistarlo uno cree ver el símbolo de lo espantoso; todos se esconden para protegerse sin que nadie sepa cómo acabar con él.

                “Nuestro señor prelado, sensible a nuestra desgracia, respondiendo a su posición, ha hecho todo lo posible, mediante la oración para alejar esta peste, considerando la desventura que ha sufrido su amada grey.

                “Su gran crueldad la demostró en Pradelles, donde devoró a varias jóvenes doncellas; todos se estremecieron al ver cómo en un momento al menos a veintidós personas, envió al otro mundo.

                “Durante algún tiempo estuvo por la parte de Langogne, donde todos los vecinos dejaron sus labores; padres y madres perdieron varios hijos, los pastores y pastoras ya no osaban ir a los pastos.

                “Doscientos bravos dragones la estuvieron persiguiendo; en todas las poblaciones la gente le sigue el rastro para destruirla, pero lo hacen en vano; ella sigue viviendo, cruelmente devorando.

                “En el bosque de Saint-Martin, a una joven pastora devoró en un instante en los brazos de su padre; para defenderla, hizo mil y un esfuerzos, y al fin tuvo que rendirse, pues la hija había muerto.

                “Entre Mende y Flour, muy cerca de la Garde, un hombre a pleno día, fatigado por su carga, tendido en el suelo dormía profundamente hasta que la bestia cruel, la degolló de repente.

                “Saint-Côme y Boneval han sentido la furia del terrible animal, que ha quitado la vida, entre los helechos, cerca de un caserío, a una joven pastora que guardaba su rebaño.

                “He aquí cómo describen a esta bestia feroz, que todo el mundo teme; es alta y fuerte, formidable, la cabeza, como la de un caballo, las orejas, muy puntiagudas, y el pelaje rojizo, como el de un becerro. Los ojos centelleantes, con una mirada temible, son dos brasas encendidas; todo es espantoso en esta bestia que el mundo teme tanto, pues de pies a cabeza presagia la muerte.

                “Este animal sutil al que se sigue la pista, no teme en nada el fusil; la gente tiene el corazón triste; los tiros que le disparan no rozan más que su piel, en el fondo todos quieren verlo dentro de la tumba.

                “Se aproxima reptando cuando quiere cazar, detrás, que no delante, de quienes persiguiéndole van; luego se abalanza saltándoles al cuello, y les corta fácilmente la cabeza de cuajo.

                “La parroquia de Breau, en la diócesis de Mende, el pueblo de Greau, donde reina el espanto, han sido testigos de su rabia: una niña de doce años fue devorada, ¡qué lástima! Al tiempo que una mujer.

                “El muy santo sacramento, por orden y remisión, es, pues, diariamente expuesto en la iglesia: sí, es en Mende, donde el pueblo postrado ora, gime e implora perdón a Dios para siempre.

                “Ante tamaños espantos seamos al menos sensibles, aplaquemos con nuestros llantos a un Dios bueno y terrible: fieles cristianos, adoremos a la justicia divina, y como las tórtolas gemidos profiramos.

                “Gracias a su agilidad, avanza ocho leguas por hora: su gran actividad hace que sólo esté en una misma tierra, muy poco tiempo, esta espantosa bestia, hace temblar a nuestros vecinos.

                “Por supuesto se celebran plegarias públicas, en Mende de Gévaudan, donde todos los católicos, al templo van, para adorar al Señor. Ante un ejemplo como éste todo cristiano debe ser temeroso.

                “El valiente Duhamel persiguiéndolo sin cesar, al animal cruel ha hecho emprender la fuga; aparecerá pronto en el Vivarais, ha ahí que se ha dado a conocer en Saint-Laurent, en Narais.

                “A los pobres viajeros hay que compadecer; viendo tantas desgracias, pues son muy numerosas; todos temen con razón, pues a cuatrocientos campesinos la bestia de este mundo ha devorado con sus colmillos.”

                Daniel Fabre y Jacques Lacroix (editores), Historias y leyendas del Languedoc, Barcelona, 1990, pp. 283-289.

                Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.