LA SIMBÓLICA TOMA DE HUESCA.

21.07.2018 10:42

                La plaza de Huesca, apetecida por los monarcas de Aragón y sus comitivas de guerreros, se mantuvo firme en manos de los andalusíes durante gran parte del siglo XI, a despecho de sus problemas políticos en la retaguardia.

                Sancho Ramírez, una vez entronizado en Pamplona, lanzó sus fuerzas contra Huesca y Monzón. En el 1081 tomó Bolea y Piedratajada, desde donde hostilizó a los musulmanes oscenses, que en el 1089 se avinieron a pagarle tributo.

                Consciente del peligro, el emir de Zaragoza se alió en el 1091 con Alfonso VI, deseoso igualmente de establecer su hegemonía en el valle del Ebro. Sancho Ramírez llegó a disponer en el Castellar, cerca de Zaragoza, una fortaleza para conseguir su sumisión. El gobernante islámico de Huesca unió sus fuerzas al zaragozano en aquella situación.

                En el 1093 Alfonso VI amenazó las tierras alavesas del rey aragonés, pero Sancho Ramírez no desistió de encaminarse hacia Huesca. De resultas de un reconocimiento a la plaza, cayó muerto de un saetazo. Sus hijos Pedro y Alfonso juraron mantener el asedio. El 1 de junio Pedro fue proclamado allí mismo monarca, y no alteró la posición de su real en Pueyo Sancho.

                El arzobispo de Burdeos dispensó en 1094, un año antes del concilio de Clermont,  gracias e indulgencias a los sitiadores como legado de Urbano II.

                Alfonso VI envió refuerzos a los musulmanes de Zaragoza, a pesar de la presencia de los almorávides en la Península. El conde García de Nájera llegó a amenazar a Pedro de Aragón de la llegada de un gran ejército. En Alcoraz se libró en 1096 una enconada batalla, que ganaron los aragoneses. El mismo García de Nájera cayó prisionero.

                En la Crónica de San Juan de la Peña, que data de 1342, se defendió la aparición de San Jorge a lomos del corcel de un caballero alemán, que el mismo día también estuvo en la toma de Antioquía. La batalla se prestigiaría con el tiempo, pues, según las ideas de las Cruzadas, de las que también trataría de sacar provecho linajes como los Urrea, que se complacerían en identificarse con tal caballero. Asimismo, de Alcoraz partiría el escudo de Aragón, con la cruz de San Jorge y las cuatro cabezas de reyes moros en sus cuadros.

                Los defensores de Huesca accedieron a la rendición a cambio de su salida para refugiarse en Barbastro. No se dieron las violentas escenas de su caída en el 1064. La propia Barbastro cayó en manos aragonesas en el 1100.              

                Las campañas contra los musulmanes ayudaron a perfilar la categoría de los infanzones aragoneses, cuyos orígenes se remontarían a los hombres libres, exentos de tributarle al rey. Cultivadores de los valles de montaña y con similitudes con los hombres libres carolingios, su denominación procedería de Castilla, cuyo fuero de Castrogeriz sirvió de modelo a los caballeros de Tafalla y Nájera. En los años que siguieron a la conquista de Huesca, los aragoneses emprendieron combates que harían Historia.

                Fuentes.

                Crónica de San Juan de la Peña. Edición de Tomás Ximénez de Embún, Zaragoza, 1876.

                Víctor Manuel Galán Tendero.