LA RIQUEZA COMERCIAL Y GANADERA EN EL ARAGÓN MEDIEVAL. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
Durante la Baja Edad Media, el comercio alcanzó ya un vuelo importante, y los distintos poderes europeos procuraron lograr provecho del mismo, ya fuera por medio de los impuestos, ya fuera promocionándolo.
En el siglo XIV, Aragón era un reino plenamente consolidado, con sus fronteras e instituciones privativas, dentro del conjunto que se conocería como Corona de Aragón. En las Cortes de Monzón de 1362-3 se estableció un impuesto general sobre el comercio (las generalidades) en todos los Estados de la Corona, que en el Aragón estricto comenzaría a aplicarse en 1364. Tal fue el punto de arranque de la Diputación del General, que logró establecer un verdadero sistema aduanero. Si en 1414 ya tuvo carácter fijo, en 1446 sus fielatos se consolidaron plenamente.
Tampoco se descuidó la promoción de las actividades mercantiles, pues Tarazona gozó de ferias desde 1301, Barbastro desde 1371 y Sariñena desde 1381. Se ha apuntado que en el siglo XV apenas se dieron concesiones de este tipo.
Los grandes activos de la exportación del reino de Aragón de entonces fueron el trigo y la lana, particularmente la segunda. Florecieron instituciones de la importancia de la Casa de Ganaderos de Zaragoza, la Mesta de Albarracín o los Ligallos de Teruel, Calatayud y Caspe, que gozaron de valiosos privilegios.
Al igual que en tierras de la Corona de Castilla, en las aragonesas se introdujo la oveja merina con gran provecho. Así pues, la cabaña lanar aragonesa alcanzó el millón de cabezas a finales del siglo XIV y a mediados del XV los dos millones. Por estas últimas fechas, Aragón exportaba anualmente 200.000 arrobas de lana o 2.500.000 de kilos, por valor de 150.000 libras jaquesas.
Sus principales salidas comerciales fueron Cataluña, Francia e Italia, con una importante actividad textil. Las plazas de Zaragoza y Escatrón fueron sus principales centros de contratación. Los linajes de los Cavallería, Sánchez de Calatayud, Santángel, Bardaxí y de otros comerciantes, algunos de origen valenciano o catalán, intervinieron en estos negocios tan lucrativos.
Sin embargo, también Aragón importaba ganado, y tras la entronización de Fernando I entraron en el reino cerca de 3.000 mulas y asnos, además de caballos, lo que ocasionó protestas en Castilla. Cosas de la competencia entre vecinos.
Para saber más.
AA. VV., Historia de Aragón, II. Economía y sociedad, Zaragoza, 1996.