LA RESPETADA LEONA Y EL APRECIADO LEÓN DE EGIPTO. Por Remedios Sala Galcerán.
El fértil valle del Nilo, corazón de la civilización egipcia, se encontró desde hace milenios cercado por las arenas desérticas, en cuyos límites acechaban los leones. Darles caza ha sido un gesto de determinación y de coraje en muchas culturas. Los reyes de Asiria, muchos de ellos grandes guerreros, tuvieron a bien representarse como cazadores de leones. Sin embargo, entre los egipcios las cosas fueron de otro modo, demostrando las peculiaridades de este ya de por sí singular pueblo de la Antigüedad.
Los egipcios no solo contemplaron al león como una amenaza, sino también como un colaborador y un ejemplo de la potencia natural. Rindieron pleitesía a sus cualidades sin obsesionarse con su aniquilación.
En el Imperio Medio emergió la figura de una diosa leona, Pakhet, atenta ante la tormenta y guardiana del valle frente a otras criaturas, como algunas alimañas. Protectora de la maternidad, se le asoció con la crecida del Nilo y con el sol.
En el Imperio Nuevo el poderoso dios Amón-Ra tuvo por esposa a Mut, con garras de leona. Esta verdadera diosa madre es representada en muchas ocasiones con cuerpo femenino y cabeza de leona.
En el nomo o demarcación decimoprimera la ciudad de Leontópolis rindió culto a estas deidades felinas especialmente. Allí encontramos a la pareja de leones de Chu y Tphenis. Precisamente estas parejas representaban el recorrido del sol a lo largo de la jornada, desde el alba hasta el ocaso, describiendo un ritmo cíclico. Los lechos adornados a sus pies con figuras de patas de león simbolizaban como el sueño daba lugar a la renovación.
El principio masculino de los leones en la religión egipcia lo hallamos en la esfinge, como la celebérrima de Gizeh, figura que representaba la magnitud y la fuerza de la tarea faraónica. Muchos investigadores no han encontrado en las esfinges egipcias las connotaciones femeninas y misteriosas de las griegas, pero los propios griegos sí encontraron elementos de Pakhet en Artemisa. La sutileza egipcia tuvo finalmente cabida en la civilización occidental.