LA POPULARIDAD DEL CID DURANTE EL ANTIGUO RÉGIMEN. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, es uno de los grandes iconos de la Historia hispana, pues su fama ha trascendido con creces su tiempo y todavía despierta no poco interés. Más allá de la literatura, con muestras tan extraordinarias como el Cantar de Mío Cid, don Rodrigo ganó voluntades entre gentes de muy diversa condición una vez fallecido, como si la leyenda de su última batalla resultara cierta.
Su figura fue un prestigioso referente para la aristocracia. A finales del siglo XV, el cardenal Mendoza creyó ser descendiente en línea recta del mismo Cid Campeador. En su honor, le puso el nombre de Rodrigo a su hijo, el que se convertiría en el marqués de Cenete al combatir en la guerra de Granada. Don Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza se casó con doña Leonor de la Cerda, hija del duque de Medinaceli, y fue asimismo nombrado conde del Cid.
Otro aristócrata que dijo tener lazos familiares con el Campeador fue el conde de Murillo y Peñarrubia, don Manuel Fulgencio Ramírez de Arellano (1763-93), que se tuvo por descendiente de la hija del Cid, la literaria doña Elvira, y del rey de Navarra don Ramiro.
Entre los prohombres locales el gusto por entroncar con el Cid o sus compañeros de armas no resultó menor. En la Soria de los Doce Linajes, en el siglo XVI, Martín Salvador pretendió descender de uno de los hombres del Campeador. También el linaje de los Santisteban reclamó proceder de uno de tales compañeros, Martín González.
Del alcance de su popularidad en el siglo XVIII, a veces considerado poco cidiano en comparación con otros, da idea que uno de los paquebotes que hacían la ruta de La Habana en 1768 se llamara El Cid Campeador, así como una fragata que cubría el trayecto desde Veracruz y San Juan de Ulúa en 1770-71. No en vano se reeditaría el Cantar en 1779.
La fama de don Rodrigo pasó las fronteras de Castilla, y el monje cisterciense de Poblet fray Antón Ventura escribió a mediados del XVIII una Història del invencible cavallé Ruis Días de Vivar, dit lo Cid, glòria triunfante de la Nació Española, conservada en sus anotaciones. En la misma refiere su ascendencia, episodios como el enfrentamiento con el padre de doña Jimena, el encuentro con San Lázaro, la jura de Santa Gadea y sus lances guerreros, dando por válidos muchos elementos literarios.
El gusto por historiar la figura de don Rodrigo fue a más. En 1791, el agustino Manuel del Risco presentó a la revisión oficial La Castilla y el más famoso castellano: historia del célebre castellano Rodrigo Díaz, llamado el Cid Campeador, obra publicada al año siguiente. La popularidad del Cid, en puertas de la Edad Contemporánea, era clara y se mostraba bien dispuesta a vencer en nuevas lides.
Fuentes.
ARCHIVO GENERAL DE INDIAS.
Contratación, 2485 y 2577.
ARCHIVO HISTÓRICO DE LA NOBLEZA.
Osuna, F. 7, SF. 03, SS. 5.
Bornos, C. 790, D. 16-17.
ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL.
Códices, L. 866.