LA POESÍA ÁRABE: UN FENÓMENO DE MASAS. Por Cristina Platero García.
En la religión musulmana la palabra de Dios llega a regir todas y cada una de las facetas de la vida. No resulta extraño pues, que las inscripciones religiosas acaben por convertirse en uno de los principales motivos decorativos de los edificios musulmanes. Pero no hemos de olvidar que después del Corán, el género literario más importante para los árabes era la poesía, y lo han mantenido hasta la actualidad.
La poesía es la más antigua manifestación literaria de los árabes. Una poesía de creación y de transmisión oral que se crea mucho antes de que existiera la escritura. Surgida en las estepas desérticas del Hiyaz, en Arabia Central y Septentrional, sus temas en aquel entonces eran el reflejo de la vida humilde y ruda de las tribus nómadas, errantes por los territorios ásperos y adversos de la Península Arábiga.
Uno de los temas más frecuentes en aquella poesía era el amor. Los poetas cantaban las cualidades de la mujer amada, ausente en sus viajes caravaneros; evocaban su imagen, idealizada, apasionadamente, llegando a sublimarla. Los místicos árabes del siglo X harán de todos esos sentimientos una estética y un modelo de vida que se reflejará en creaciones literarias, de las que el Collar de la Paloma, del poeta cordobés Ibn Hazm (994-1064) es un magnífico ejemplo. Es algo así como el antecedente del amor cortés: el conocido como “amor udrí “.
Para comprender mejor ese cúmulo de sentimientos amorosos, tan fructíferos para la creación poética, hemos de ponernos en la piel de aquellos hombres, los beduinos, cuyas ocupaciones básicas eran el pastoreo y hacer la guerra. El camello es su fiel compañero, a cuyos lomos pasan largas horas. Las armas, su más íntima compañía, atadas al cuerpo, aunque sólo fuese por seguridad. Ir cubiertos de la cabeza a los pies era un hábito de obligado cumplimiento si se quería estar a salvo de un sol abrasador. En estas circunstancias, las necesidades vitales, de visión y de posesión de la amada, permanecen en estado de espera.
La poesía, capaz de elevar el alma y de expresar los sentimientos mejor que ningún otro género literario será para ellos el oasis que refresque su espíritu; el agua que bañe y limpie sus cuerpos, que calme la sed, que avive los ardientes deseos. En definitiva, un medio con el que evadirse y pintar esa monocroma panorámica que se abre ante sus ojos: la arena perpetua, interminable horizonte de ocre.
El Al-Taghrooda es la poesía cantada tradicional de los beduinos de los Emiratos Árabes Unidos y del Sultanato de Omán, y está declarada por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad desde el 2012. En el apartado de fuentes se coloca el link que conduce a la web de la UNESCO, donde se explica con detenimiento este arte poético con siglos de antigüedad.
Para los árabes posteriores a la expansión del Islam, la “beduinidad” no sería un arcaísmo en sentido peyorativo sino todo lo contrario. Representaba la humildad, el coraje, la valía, el respeto y la conciencia de honor, basados en la “solidaridad de sangre”: asabiyya, lazo invisible que ligaba y aglutinaba el clan, cuyos miembros obedecían sin servilismos, a un jefe libremente reconocido por ellos. Esta constituía la ley fundamental del desierto, por la que se regía cada tribu a la hora de actuar con respecto a las demás. Ese patrón de vida, permanecerá en la conciencia eterna de los árabes, como un arquetipo. Y muchas veces, la vida sedentaria de las esplendorosas ciudades árabes de los siglos venideros será vista por los árabes de tendencia más austera y conservadora como una desvirtualización de la esencia de su cultura, del verdadero espíritu árabe.
Es sabido que en la ciudad de Ukad, a tres jornadas de La Meca, se reunían anualmente todas las tribus de Arabia. Allí se comerciaba, se hacían alianzas y pactos. Era un punto de encuentro y de contacto intertribal.
Uno de los eventos que se celebraban en estos encuentros tribales eran los conocidos como Certámenes de gloria. Se trataba de unos concursos que honraban la habilidad poética entre las tribus; la capacidad para componer versos mediante la improvisación. Los versos empleados eran conocidos como qasidas, el género preislámico más extendido, caracterizado por su rigidez y su complejidad métricas.
El encuentro intertribal tenía lugar al inicio de los llamados Tres santos meses, durante los cuales verter sangre enemiga estaba prohibido por precepto religioso. Los poetas que allí se reunían eran a su vez guerreros; es más, una de las maneras de medir las dotes como hombre de valía era ésa, saber componer versos. Por lo que pacíficamente, estos aguerridos hombres, dejaban sus sables y su brutalidad a un lado y participaban en esos recitales, cantando delicadamente las proezas y glorias de sus antepasados, las hazañas vividas, las cualidades de su tribu y del amor.
Sin embargo, el contenido era lo de menos, pues todos contaban con héroes en el panegírico del clan. El objetivo pues, era causar la admiración de los oyentes, el clamor generalizado. El honor y la primacía de la tribu se ganaban en esta ocasión mediante la elocuencia de los poetas. Las palabras se convertían en filo de espada.
Cuando se declaraba un vencedor, a éste se le premiaba con el hecho de “colocar su qasida colgada en la Ka’aba, sobre una piel de animal, pintada con letras de oro, a la misma altura de los ídolos”. De ahí que las primeras recopilaciones escritas de estos poemas, fechadas entre finales del siglo VIII y principios del IX, recibiesen el nombre de Mu’allaqat, literalmente, “colgadas”. Pero muchos autores opinan que esto responde a una idealización popular, una metáfora del respeto y la veneración que sentía aquella sociedad hacia este tipo de arte.
Sabiendo que la escritura no estaba extendida durante la época preislámica, el símbolo de decir que era una colgada vendría a representar el hecho de que el pueblo la aprendía y la transportaba como un medallón colgado en la memoria; como un sello que era transmitido de generación en generación, de unos a otros, con el afán de que no se perdiese. Siete, son los Mu’allaqat, que nos han llegado.
Existe una cultura árabe anterior al Islam, naciente en el territorio de Arabia. La cultura árabe anterior a la llegada del profeta Mahoma (570 d.C.), tenía asimilados en su religión elementos griegos, egipcios e iraníes. Su atomización política, producto del carácter tribal de aquella sociedad, hacía que idolatrasen multitud de deidades locales y tribales, sumadas a un gran número de espíritus y genios de la naturaleza, algo que en las tribus beduinas se acentuaba más y llegaba a adquirir un tono animista, dado su inmersión y su dependencia del medio natural. Veneraban los árboles, piedras, astros y otros elementos y lugares naturales que ellos consideraban sagrados. Además, entre todas las tribus, existía la idea común de un dios superior, poco definido; algo que facilitaría la rápida asimilación del Islam. Las tribus, una vez convertidas a esa religión, serían denominadas ya como musulmanas, del árabe muslim, “que se somete”.
“Cultura árabe”, “fe islámica”, “religión musulmana”… son términos que se confunden entre la población occidental. ¿Seremos capaces de saber distinguir con tino las distintas denominaciones? Sin duda se requiere de un esfuerzo extra por parte de aquel que quiere hablar con propiedad. La lengua árabe contiene el término “adab”, que en un principio fue usado como sinónimo de sunna: “uso, costumbre, norma de conducta correcta y recomendada, transmitida por los antepasados”. Hoy por hoy, y con el devenir de los siglos, la palabra ha derivado, y actualmente los árabes usan la palabra adab para referirse a lo que nosotros entendemos por “literatura”.
En la edad en la que nos hemos estado moviendo a lo largo del artículo, anterior al advenimiento mahometano, el amor a la poesía estaba extendido a todo el pueblo, pues era un género abierto a hombres y mujeres. A ellas también se les estaba permitido componer versos, algo que se mantendrá tras la implantación del Islam. Esta consideración social de la poesía pervive de manera muy atractiva dentro del mundo árabe actual, y es tal interés el interés despertado, que ha llegado a ser tema de concurso en un programa de tipo reality show en el año 2008: “El Príncipe de los Poetas”. El lector curioso tiene el enlace a la noticia que habla de ello abajo, en el apartado de fuentes.
FUENTES:
“El esplendor artístico musulmán”, en HISTORIA UNIVERSAL, Tomo 9, La expansión musulmana, Enciclopedia Salvat, Ed. Salvat S.L., Madrid, 2004.
Friedrich von Schack, A.; Poesía y arte de los árabes en España y Sicilia, traducción del alemán por Juan Valera, FACEDICIONES, Sevilla, 2012.
Gómez Renau, M.; La poesía amorosa árabe y su influencia en el Al-Andalus, Anuario de Lingüística Hispánica, XXVII (2011), pp. 57-69, Universidad de Valladolid, 2012.
Al-Taghrooda, poesía tradicional beduina declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad: https://www.unesco.org/culture/ich/es/RL/al-taghrooda-poesia-cantada-tradicional-de-los-beduinos-de-los-emiratos-arabes-unidos-y-del-sultanato-de-oman-00744
https://www.alhambradegranada.org/es/info/poemasepigraficos.asp
https://www.arabespanol.org/cultura/literatura.htm
Noticia del reality show sobre poesía: https://www.elmundo.es/elmundo/2008/06/13/television/1213369687.html