LA PODEROSA IMAGEN DE EE. UU. Por Marcos Pedrosa Gómez.
EE. UU. es la primera potencia mundial, pero no es invencible. Se contempla habitualmente como un arsenal devastador, pero el secreto de su poder radica en la decisión de su cálculo político.
Durante la I y la II Guerra Mundial supo desgastar a sus rivales, infundiendo temor amenazando con la inmensidad de su poder a muchos niveles. Durante la Guerra Fría reverdeció sus laureles, erigiéndose en campeona del liberalismo y proclamándose reina del mundo al final. Sin embargo, la realidad fue más amarga.
El miedo al poder soviético, especialmente tras la pérdida de Cuba, los puso al borde de una guerra atómica y debilitó su sistema de libertades cívicas al proliferar el poder del gobierno. Vietnam les hizo tropezar con un fracaso inesperado ante un pueblo de agricultores: David volvía a derrotar a Goliath.
El despliegue de sus ejércitos y el maquiavelismo de sus jugadas no puso en olvido tal fracaso. Operaciones como las de Granada y Kuwait tuvieron la virtud del exorcismo. En un pequeño país el gigante acreditaba su musculatura ante sus adversarios sin caer en la trampa vietnamita, distorsionado por unos medios audiovisuales dispuestos a maquillar pérdidas y a convertir a todo dictadorzuelo en un nuevo Adolf Hitler. La ilusión del poder del campeón de la libertad permanecía en alto.
Hoy en día se cree a los EE. UU. implacables, pero la crisis de Crimea y Ucrania demuestra lo contrario. De todos modos el poder de las apariencias todavía ayuda a ganar no escasos combates sin lamentar pérdidas de vidas humanas en el campo de batalla.