LA PIEDRA DE TOQUE DEL 48 ALEMÁN. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
La Primavera de los Pueblos de 1848 conmovió el espacio alemán, entonces dividido entre una serie de Estados que formaban la Confederación Germánica, constituida en 1815 tras la derrota del imperio napoleónico. Austria la presidía, aunque Prusia había alcanzado gran vuelo, conformando el llamado dualismo alemán.
Tal solución había dado la espalda a la formación de una Alemania plenamente unida y liberal, según modelos políticos emanados de la Revolución francesa, lo que levantó más de una oposición. El desarrollo de la industrialización y las reivindicaciones sociales de los grupos populares y burgueses impulsó la reivindicación del cambio político, en sentido liberal y nacionalista. La intelectualidad, con una valiosa cantera de estudiantes, se decantaba entonces por las ideas patrióticas teñidas de romanticismo.
La agitación alcanzó la Prusia de Federico Guillermo IV, que en febrero de 1847 no tuvo más opción que convocar una Dieta Unida, que suspendió llegado el mes de junio. Sin embargo, las aguas no se serenaron para los defensores del régimen tradicional y en marzo de 1848 estalló un levantamiento liberal en la misma Viena. El canciller Metternich, símbolo de la Restauración, tuvo que resignar el poder y el mismo emperador Fernando I tuvo que hacer concesiones, acosado también en otros frentes.
Por todo el espacio alemán comenzaron a convocarse asambleas, que exigían cambios políticos profundos. En Berlín, la situación subió de tono cuando del 5 al 18 de marzo del 48 se levantaron barricadas, donde los obreros se enfrentaron a los soldados del rey. Entonces, los burgueses dieron de lado la causa autoritaria de Federico Guillermo IV, que no tuvo más remedio que convocar para el 2 de abril un parlamento constituyente, con la misión de reformular la organización política prusiana.
No resultó suficiente para los disidentes, que además exigieron la retirada de las tropas, la formación de milicias populares, la libertad de asociación y de prensa, en la línea del liberalismo democrático de su tiempo. Ante el palacio real hubo una manifestación que costó la vida a 230 personas.
Así las cosas, volvió el rey de Prusia a verse obligado a ceder el mismo 19 de marzo, prometiendo la ansiada Constitución y la inserción del reino en una nueva Alemania, mientras se formaba un gobierno de signo liberal. En otros reinos germanos también se estaban produciendo cambios y en el de Baviera Luis I abdicó en su hijo Maximiliano II. Por toda la Alemania meridional, los liberales estaban trabajando por la convocatoria en Fráncfort de una asamblea nacional preparatoria.
Se pensó en incluir en la nueva realidad nacional a Schleswig y a la Prusia Oriental, eligiéndose cada diputado de la asamblea por cada 50.000 habitantes. Sin embargo, sus tareas se vieron pronto obstaculizadas. Sus sesiones se interrumpieron pronto, las naciones no alemanas de la órbita austriaca decidieron no tomar parte y los ánimos se encresparon. En Constanza se llegó a proclamar una república y el malestar cundió por Alsacia.
Con no poca dificultad, se abrió el 18 de mayo del 48 la Asamblea Nacional Constituyente en el mismo Fráncfort, que eligió como regente del imperio a Juan de Habsburgo y nombró un gobierno provisional. A 27 de marzo del 49 se aprobó una Constitución alemana, con dos cámaras parlamentarias, una de representantes y otra de carácter territorial.
En la Asamblea se sentaron desde monárquicos de cariz federalista a republicanos unitaristas, pero Federico Guillermo IV rechazó la corona alemana y pronto los diputados prusianos y austriacos comenzaron a abandonarla. La guerra contra Dinamarca y el armisticio impuesto por Gran Bretaña y Rusia tensaron las relaciones entre los grupos políticos.
Los más radicales se sintieron defraudados. Formaron un parlamento en Stuttgart y en septiembre de 1849 llegaron a alzarse. Paralelamente, se disolvió la Dieta prusiana y en diciembre de 1849 el regente Juan abdicó. Los burgueses más moderados volvieron a mostrar su apoyo a los tronos, en un momento de recrudecimiento de los conflictos sociales en buena parte de Europa.
La causa liberal de la unificación alemana yacía maltrecha a comienzos de 1850, pero Prusia trató de utilizar la causa patriótica en su beneficio, animando en marzo de 1850 el parlamento de Erfurt, cuyos vuelos serían cortados por una celosa Austria, dando inicio a una nueva etapa, en la que la unidad de Alemania se lograría por otros derroteros.
Para saber más.
Hagen Schulze, Breve historia de Alemania, Madrid, 2009.