LA PERSONALIDAD DE JAÉN EN EL SIGLO XV. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
La ciudad de Jaén, capital del Santo Reino, formó parte de la frontera de Castilla con Granada durante la Baja Edad Media, y las cuestiones militares y religiosas adquirieron una gran relevancia en su caracterización como comunidad.
Atacada en varias ocasiones por las fuerzas nazaríes y con una importante población judía, sus caballeros exhibieron de forma madrugadora su orgullo de cristianos viejos, algo que tanto marcó la mentalidad de la Castilla de los Austrias. El 12 de mayo de 1437, el maestre de Calatrava y capitán de la frontera don Luis de Guzmán ratificó la ordenanza antigua por la que cualquiera que quisiera ser cofrade de Santiago de los Caballeros no debía ser converso de judío o de musulmán. Sobre el particular también le habían insistido los regidores jienenses. Muchos cristianos nuevos de la ciudad fueron acusados de proseguir practicando el judaísmo en secreto tras las conversiones forzadas de 1391, y la tempestad contra ellos se desató durante el gobierno del condestable Miguel Lucas de Iranzo, bienquisto del rey Enrique IV. La matanza planeada en 1468, que pretendía primero acabar con los conversos y luego con el condestable, no llegó a buen puerto, pero en 1473 don Miguel cayó asesinado por la furia antijudía desatada desde Córdoba.
Todas estas disputas, cuando todavía Granada no había sido conquistada, no evitaron que doña Isabel y don Fernando tuvieran que confirmar el 23 de marzo de 1475 la merced de Enrique IV sobre el mantenimiento de caballo y armas por todos los que tuvieran de 20.000 maravedíes en adelante.
En este ambiente de afirmación frente al poder nazarí, las festividades religiosas se revistieron de una gran importancia, pues simbolizaban el espíritu de la ciudad. Con particular solemnidad se celebró la de Santa María de Agosto, la de la Asunción, cuando se sacaba la Verónica, imagen de la escuela de Siena que se ha considerado llegada en tiempos del obispo Nicolás de Biedma (1368-78 y 1381-83). Tal celebración culminaba los quince días de feria iniciados el primero de agosto, animándose particularmente la vida comercial y general de Jaén. Con tal de favorecerla, el entonces príncipe Enrique amplió el 25 de junio de 1453 cinco días más el tiempo feriado. La buena relación con Enrique IV también caracterizaría el vivaz Jaén del Cuatrocientos.
Fuentes.
ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS.
CCA, DIV 41, 15.
ARCHIVO HISTÓRICO DE LA NOBLEZA.
Baena, C. 210, D. 124-127.