LA ÓSMOSIS DE LA FRONTERA MEDIEVAL ANGLO-ESCOCESA. Por James Really.

14.04.2016 06:47

                

                En el 1066 la Historia de las islas Británicas cambió para siempre con la conquista de los normandos. Los historiadores actuales la han interpretado como un proceso colonialista con puntos de coincidencia muy fuertes con los del imperialismo contemporáneo, ya que los conquistadores establecieron una red de castillos desde los que dominaron a la población autóctona. Los monasterios y las ciudades también participaron de este sistema.

                Este colonialismo normando no se estableció de forma homogénea a lo largo y ancho de la antigua Britania, aunque entre los siglos XI y XIII el sistema de castillos y de obligaciones militares feudales aledañas pasó los lindes de la Inglaterra normanda para introducirse en la entonces independiente Escocia.

                Bajo Malcolm III (1058-1093) los escoceses no se mostraron timoratos ante sus vecinos del Sur y atacaron con violencia la frontera de la Inglaterra normanda en grupos de infantes ligeros que buscaban el botín y la captura de esclavos. Supieron aprovecharse de la ausencia de una buena trama de castillos y fortalezas en la región que les parara los pies. Cometieron infinidad de crueldades, incluso contra los niños pequeños, a los que fracturaban la cabeza en las puertas.

                Esta atormentada Inglaterra del Norte comenzó a encastillarse alrededor de Durham, más allá de los sufridos monasterios que tenían que acoger puntualmente a los que huían de las devastaciones. A comienzos del siglo XII los escoceses también comenzaron a disponer de fuerzas de caballería pesada al estilo anglo-normando.

                Uno de los hijos de Malcolm III, David I (1124-1153), comenzó a invitar a guerreros normandos a establecerse en tierras de Escocia, una política que no todos contemplaron con agrado. Las fuerzas de infantería de los indómitos clanes escoceses discutieron acaloradamente en los prolegómenos de la batalla del Estandarte (1138) por la posición reservada a la caballería recién llegada. En esta batalla los escoceses encajaron una severa derrota ante el empuje de la caballería enemiga.

                Los reyes de Escocia prosiguieron ofreciendo tierras a los caballeros del Sur y a comienzos del siglo XIII la frontera anglo-escocesa se homogeneizó en lo militar en mayor medida que la de los musulmanes del Ebro con el naciente Aragón en el siglo XI o la de los granadinos con los castellanos en los siglos XIV y XV. La guerra producía esta clase de ósmosis y acercaba a dos reinos que cada vez tenían más cosas en común además de su recíproco odio.