LA MORTÍFERA VIRUELA CASTIGA LAS CIUDADES EUROPEAS.
En 1980, no hace tanto, la Organización Mundial de la Salud declaró oficialmente la erradicación de una antigua enfermedad de la Humanidad, la viruela. Castigó al Viejo Mundo desde el siglo III antes de Jesucristo, que se sepa, y cuando se difundió por el Nuevo ocasionó una auténtica hecatombe de las sociedades amerindias. Hasta 1796 no se dispuso de ninguna vacuna contra tan temible mal, gracias al buen hacer de Edward Jenner.
La viruela se cobró un elevado número de bajas. En distintas ciudades europeas de los siglos XVII y XVIII acabó con una importante proporción de su población:
Dublín |
1661-1690 |
21´1 % |
Whitehaven |
1752-1780 |
19´2 % |
Dublín |
1715-1746 |
18´4 % |
Maidstone |
1752-1761 |
17´2 % |
Boston (Linconshire) |
1749-1757 |
15´3 % |
Parroquias rurales de Finlandia |
1749-1773 |
14´4 % |
Kilmarnock |
1728-1762 |
13´8 % |
Suecia |
1749-1773 |
12´4 % |
Viena |
1752-1753 |
10´2 % |
Berlín |
1782-1791 |
9´1 % |
Copenhague |
1750-1769 |
8´8 % |
Londres |
1710-1739 |
8´2 % |
Livorno |
1767-1806 |
7´1 % |
Verona |
1774-1806 |
6´3 % |
Cifras tan elevadas justifican que se llevaran a cabo, una vez descubierta la ansiada vacuna, iniciativas como la Real Expedición Filantrópica, encabezada por el médico Francisco Javier Balmis, entre 1803 y 1806. Dio la vuelta al mundo y llevó la vacuna a lo largo del extendido imperio español, pues la primera globalización afectó a los imperios humanos y víricos.
Fuentes.
Massimo Livi Bacci, Historia de la población europea, Barcelona, 1999, p. 92.
Selección de Víctor Manuel Galán Tendero.