LA MERCANTIL TIRO FRENTE A LA GUERRERA ASIRIA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

11.03.2025 08:48

              

               Las acciones de los pueblos del mar quebrantaron la resistencia de importantes potencias del Próximo Oriente, pero ofrecieron a las ciudades fenicias la notable oportunidad de escapar de la más estrecha esfera de influencia de otros y de ocupar la posición de los golpeados micénicos en el abastecimiento de metales. Micénicos y fenicios ya habían coincidido en Chipre, estratégica isla rica en cobre, por lo que el trasvase de información y de habilidades técnicas resultaría muy estimulante.

               La influencia micénica llegó hasta el Sur de Italia, pero los fenicios avanzaron más hacia el Oeste para conseguir los ansiados metales. En el -1100 alcanzaron Gades. En esta expansión, la ciudad de Tiro tuvo la voz cantante. Su rey Hiram I (969-936 antes de Jesucristo) ha pasado a la Historia como un estrecho aliado de Salomón, laborando sus artesanos en el palacio y el templo de Jerusalén. Con gran sentido comercial, promovió expediciones en el mar Rojo.

               Homero consideró a los fenicios los señores de la navegación en aguas del Egeo, asentándose su hegemonía mercantil en la disposición de los metales conseguidos en Tartessos. Establecieron una factoría en la costa meridional de Asia Menor, según se desprende de los textos bilingües de Karatepe del -VIII, y dejaron una fuerte impronta en las islas de Creta y Rodas. Los broncistas griegos les compraron bastante metal, y el alfabeto fenicio fue adoptado por las gentes de la Hélade.

               Sus vínculos con el Egipto faraónico, tan necesitado de metales como otros, también fueron muy estrechos, actuando el llamado campamento cananeo de Menfis como nudo de negocios de primerísimo orden. Con la XXII dinastía (945-715 antes de Jesucristo) los lazos se intensificaron todavía más, erigiéndose en Biblos estatuas de faraones con inscripciones fenicias. A cambio del cotizado bronce, cada vez más utilizado para las estatuillas de sus divinidades, los egipcios ofrecieron a los fenicios escarabeos y vasos de alabastro, en los que se escanciaba el cotizado vino. Los propios fenicios llevaron al Oeste del Mediterráneo tan estimados objetos, como se constata en la necrópolis de Sexi (Almuñécar).

               El auge comercial enriqueció a la ciudad de Tiro. Hacia el -887 concluyó allí con violencia la dinastía de Hiram I. El sumo sacerdote de Astarté, Etbaal I, subió al trono. Casó a su hija Jezabel con Acab, el hijo del rey de Israel Omri, para forjar una alianza contra Damasco. Sus arquitectos alzaron los establos del monarca israelita en Samaria. Su biznieto Pigmalión (820-774 antes de Jesucristo) fue llevado al trono por el pueblo, según la tradición. Hizo asesinar a su tío el sumo sacerdote Acarbas, casado con la hermana del mismo Pigmalión, Dido o Elisa, que huyó con un grupo de partidarios. Tras pasar por Chipre, fundó en el -814 Cartago, cerca de Utica. Al igual que las polis griegas, las luchas políticas internas impulsaron la expansión fenicia.

               Tiro había alcanzado riqueza y disfrutaba de un sistema de alianzas favorable a sus intereses, pero la nueva emergencia de Asiria complicó sobremanera su situación. Los asirios sintieron una gran atracción por la fortuna de Tiro, y en el -876 Assurnasirpal II le exigió el pago de tributo. Por el momento, Tiro se resignó a la condición de tributaria.

               Sin embargo, Eluleo (monarca de Tiro y Sidón) se negó a seguir pagando a fines del siglo VIII antes de Jesucristo. Desplegó toda su diplomacia, aliándose con Egipto, Judá, Jafa y Ascalón, entre otros. Con todo, resultó vencido en el -700, falleciendo en Chipre. Los asirios entregaron entonces a Sidón el dominio de fenicia, mientras Tiro proseguía resistiendo.

               La misma Sidón terminó arrasada por los asirios en el -676. Sus habitantes fueron deportados. Baal I de Tiro prosiguió entonces la resistencia contra Asiria, con la alianza de Egipto. La ciudad fue bloqueada en el -673, cuando los asirios alcanzaban el delta del Nilo. En vista de ello, se resignó a someterse a los asirios, pero sin aceptar ninguna guarnición. Las espadas continuaron en alto. Tiro volvió a ser asediada en el -669, concertándose a continuación otro enojoso pacto con los asirios.

               La riqueza comercial activó el sistema de alianzas de Tiro frente a la guerrera Asiria. A pesar de todos los intentos, los asirios no consiguieron tomar Tiro, algo que conseguirían los babilonios en el -573. Paralelamente, los griegos ocupaban posiciones cada vez más preeminentes en el Mediterráneo Occidental, donde Cartago terminaría ostentando la hegemonía de las fundaciones fenicias.

               Para saber más.

               J. Mazel, El secreto de los fenicios, Barcelona, 1970.