LA LLAVE DEL ESTE GRANADINO, BAZA.

05.05.2018 17:06

                Los castellanos medievales, del Norte del Duero a las Canarias.

                Tras la caída de Málaga, la suerte de la Granada musulmana parecía sentenciada, pero sus gentes no se dejaron abatir. En los territorios del Este de la actual provincia granadina y en los de Almería resistía el tío de Muhammad XII, el Zagal, bien dispuesto a plantar cara a don Fernando y a doña Isabel.

                En la primavera de 1489 aquéllos se trasladaron de Valladolid a Jaén para conquistar la llave de Guadix y Almería, Baza, emplazada en una feraz hoya y fuertemente fortificada. La reina permanecería en Jaén organizando la intendencia, mientras Fernando avanzaría a 27 de mayo a Sotogordo. Allí se congregarían a despecho de las fuertes lluvias unos 13.000 jinetes y 40.000 infantes para la campaña.

                Conocedores del temple de los granadinos, los cristianos tuvieron la precaución de prevenir sus asaltos desde la serranía. Tras fuertes combates, tomaron Zújar. El Zagal mandó a los guerreros de sus dominios a Baza al tener noticia del avance cristiano.

                Al principio, Fernando dispuso su real o campamento distanciado de Baza, pero se le instó a que lo emplazara en la huerta cercana a los arrabales. Los musulmanes trataron de impedirlo ayudándose de las acequias y espesura de los árboles, que detenían el avance de los caballeros cristianos, que tuvieron que luchar a pie. Se combatió duramente a pie durante doce horas, y al final lo consiguieron.

                Sin embargo, la peligrosidad del lugar (muy expuesto a los ataques de los sitiados) hizo no solo que se alzara el real de la huerta, sino que las vacilaciones se apoderaran de los atacantes.

                De todos modos, se perseveró en el cerco de Baza. Los comandantes cristianos pusieron en práctica el veterano saber a la hora de abatir una plaza fuerte: ordenaron talar la huerta y disponer una empalizada desde el real principal al de la artillería. Para reforzarla, se aprovecharon las aguas descendentes de la sierra a modo de foso. Contó con quince castillos de refuerzo a intervalos.

                Los musulmanes, pese a todo, desafiaron el cerco, y don Fernando ordenó disponer una segunda cerca en las alturas de la hoya.

                Para dar la puntilla a los defensores, era muy oportuno privarlos de suministro de agua tomando la fuente de la cuesta de Alboacén. Los cristianos proyectaron un castillo de tapia en el llano y otro de madera desde las alturas para hacerse con su dominio con seguridad, pero los musulmanes fueron avisados a tiempo y consiguieron levantar un castillo de tapial en la fuente para su defensa.

                Los cristianos fueron acometidos desde Guadix y otras plazas por los musulmanes. El sultán mameluco llegó a enviar una embajada al Papa con la intención de detener las operaciones, que no tuvo éxito, y a fines de septiembre proseguía el costoso asedio a Baza.

                En la retaguardia, la reina Isabel tampoco lo tuvo fácil. Tuvo que enviar refuerzos y abastecimientos para los sitiadores, pues el alzamiento del real sería un verdadero quebranto. Los musulmanes no dejaban de emprender escaramuzas, en las que don Fernando demostró su habilidad a la hora de tender trampas.

                Ante la llegada de los fríos se habilitaron caminos y se hicieron sólidas construcciones para cobijar a los sitiadores. Las recuas de suministros tuvieron que ser custodiadas ante las emboscadas. En seis meses se gastaron cuarenta millones de maravedíes. Consumido el dinero de la cruzada, del subsidio y de las rentas, se recurrió a los préstamos por cien millones, que al no bastar, determinaron a la reina a empeñar rentas a razón de 10.000 por millar.

               El asedio prosiguió. Se hizo un baluarte y un foso en el real de la artillería, y doña Isabel llegó al campamento de Baza para dar ánimos. Los asediados daban muestras de agotamiento a todos los niveles.

                Por medio del comendador de León, entraron en conversaciones los reyes con el comandante musulmán de la plaza, cuyas autoridades enviaron un mensaje al Zagal sobre su situación y la conveniencia de rendirse. Consultó el Zagal con los alfaquíes de Guadix, y al no contar con las fuerzas de Granada (en manos de su sobrino), se optó por la rendición con gran agitación popular en Guadix.

                El 4 de diciembre de 1489 se entregó Baza, seguida más tarde de la de Guadix, Almería y otras plazas. Los musulmanes pudieron vivir como mudéjares bajo la autoridad de los reyes., conservando bajo su protección sus bienes. Por desgracia para ellos, la realidad de la aplicación de las capitulaciones fue más compleja y adversa.

                Víctor Manuel Galán Tendero.