LA LLAMARADA RADICAL HUSITA. Por Carmen Pastor Sirvent.
Entre el 1419 y 1434 la Cristiandad, no cerradas del todo las heridas del Cisma de Occidente, se vio conmovida por un movimiento de contestación religiosa nacido en el reino de Bohemia, el de los husitas.
Desde mediados del siglo XIV algunos clérigos de aquel reino habían expresado su descontento por el estado de la Iglesia y su deseo de una piedad más auténtica. La predicación del checo Juan Huss se dirigió contra los abusos del clero y el empleo de las indulgencias. Alzó su voz en la universidad de Praga, decantada por el reformismo religioso, y aspiró este predicador a la comunión bajo las dos especies y a la traducción de la Biblia en checo para hacerla comprensible a muchos creyentes del reino bohemio, vinculado al Sacro Imperio Romano Germano por la persona de su monarca.
Su predicación ganó en radicalismo al Sur de Bohemia entre los campesinos. Clamó contra el Anticristo y terminó en la hoguera en 1415 en Constanza. También sufrió su misma suerte su amigo Jerónimo de Praga.
La noticia de su ejecución cayó muy mal entre una población consumida por la devaluación monetaria. Las exigencias del fisco pontificio no ayudaron a suavizar la situación. La afluencia de campesinos desposeídos hacia las ciudades agravó sobremanera el malestar. Se ha calculado que en 1400 Praga albergó un 40% de indigentes.
La muerte del rey Wenceslao en 1419 complicó el panorama político bohemio y su comprometido hermano Segismundo (elector de Brandeburgo, emperador y rey de Hungría y Croacia a la par) recibió un reino en estado de ebullición.
En 1420 se proclamaron allí los Cuatro Artículos frente a Roma y el flamante rey Segismundo, en los que se exigió la secularización de los bienes eclesiásticos. Sin embargo, los más moderados calixtinos se conformaron con reivindicaciones más eclesiales.
Los más radicales husitas fueron más allá. No consiguieron hacerse con Praga, pero al Sur y al Oeste de Bohemia consiguieron las cinco ciudades de Dios. Se anunció la nueva llegada de Jesús.
El castillo de Hradiste se convirtió en el mismo monte Tabor, donde se aguardó con emoción aquella venida. Los años quiliastas de 1420 a 1421 atrajeron a muchos desheredados de Alemania, Austria, Eslovaquia y Polonia. Se terminó con los eclesiásticos y los sacramentos. Los diezmos se abolieron.
La afluencia de los milenaristas de la Picardía y de los Países Bajos reforzó el adanismo y la tendencia al amor libre en esta comunidad, pero el caballero tuerto Juan Zizka procedió contra los adamitas. Introdujo la jerarquía, se atuvo al cáliz y lanzó contundentes campañas militares contra sus oponentes. Su línea ideológica fue proseguida por el sacerdote Prokop el Grande a partir de 1424.
En 1434 los moderados husitas y los católicos coaligados los derrotaron en Lipany. La resistencia husita se prolongó con dificultades hasta 1452. Fue un verdadero precedente del luteranismo, que también se enfrentó a un poder imperial asentado en varios tronos, el de Segismundo, enfrentado al avance turco y a las ambiciones de la nobleza, una situación con semejanzas con la posterior de Carlos V. Los husitas fueron una verdadera advertencia de la Historia.