La campaña de conquista del reino de los vándalos en el África del Norte puso a prueba la capacidad y la disciplina del ejército de los romanos de Oriente, los futuros bizantinos, comandado por el general Belisario. Tras la victoria en la batalla de Tricamarum de diciembre del 533, sus fuerzas rompieron la disciplina, ocasionando un serio aprieto. Así lo refirió el historiador Procopio:
“Al tratarse de personas extremadamente pobres, al convertirse de pronto en dueños de grandes riquezas y de mujeres jóvenes y muy hermosas, no fueron ya capaces de controlar su ánimo o de saciarse con lo que poseían, sino que se hallaban tan borrachos que querían llevarse con ellos todo de regreso a Cartago. Y se movían por allí, no en grupos, sino solos o en parejas. Belisario, tomando buena nota de todo esto, estaba desorientado cómo controlar la situación. Pero al romper el día, trasladó su tribuna a una colina cercana al camino, apelando a la disciplina en ese momento inexistente y haciendo reproches a todos, tanto a soldados como a oficiales.”
Citado por Adrian Goldsworthy, Grandes generales del ejército romano. Campañas, estrategias y tácticas, Barcelona, 2005, p. 432.